NOVELA
Estaba yo en un pueblo alejado para visitar a mi prima
Amalia, caminando mientras esperaba que ella saliera de su trabajo, mirando los
comercios del lugar, encontré de casualidad un barcito pequeño, entré pensando
tomar un café, miré sorprendido de ver un lugar tan bonito en un pueblo tan
pequeño.
La barra invitaba a degustar alguna de las muchas botellas
que me miraban desde una repisa con curiosidad... olvidé el café y pedí un
trago. Luego otro y más tarde otro, en fin que salí de ahí un poco
desorientado, había anochecido y no sabía dónde me encontraba. En la esquina
había un coche policial, entonces me fui hacia allí y me detuve a preguntar por
la dirección de mi prima, no sé por qué no me entendieron.
Justo ahí fue que caí en desgracia, tampoco sé porque me
invitaron a la comisaría, yo les di las gracias e intenté seguir caminando,
pero los agentes insistieron en que fuera con ellos.
Y acá estoy, detenido por andar ebrio en la vía pública. No
escucharon mi versión de lo sucedido, de todos modos, yo no estoy ebrio, solo
un poco mareado.
Llamé a Amalia para que venga a buscarme, pero ella dijo que
no tenía ningún primo, la muy mentirosa, seguro que le daría vergüenza cruzar
el pueblo con un borracho.
Entonces llamé a mi amigo Andrés, pero estaba en una reunión
y dijo que no podía venir tan lejos, que tal vez mañana o pasado. Le dije que
era una emergencia y me cortó la llamada, en fin, así no más, como si no me
debiera muchos favores.
Llamé al guardia para decirle que quería irme a lo que él
respondió que podría hacerlo mañana, resignado me acomodé en el piso para
dormir.
Ana María.
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