La radio
Mi mamá tiene dos hermanas y un
hermano y una de las actividades preferidas era, después de cenar, sentarse
todos alrededor de la radio a galena. Escuchaban algún radioteatro y esperaban
ansiosos los capítulos que transmitía noche a noche.
En aquellos tiempos las casas no se
encontraban tan cercanas unas de otras. Estaban dispersas entre los viñedos y
no tenían luz eléctrica, motivo por el cual se alumbraban con faroles a
querosene o velas.
Habitualmente el baño se encontraba
retirado de las habitaciones, porque tenían pozo séptico y no era conveniente
la proximidad a la casa por motivo de seguridad e higiene. Cuando empezaba a
anochecer, para los niños ir al baño no era
cosa fácil, pero la necesidad no tiene horario.
Innumerables historias de aparecidos
y misterios se contaban entre los vecinos, y una de ellas era la de la viuda
Jovita. Según los lugareños se aparecía cerca de las casas, o se la podía ver
sentada en los troncos de los árboles caídos o en los alambrados.
Un atardecer mi mamá, como de
costumbre, fue al baño cuando ya había oscurecido considerablemente, puesto que
era época invernal. Entró y cuando estaba cerrando la puerta sintió que la
observaban por lo que se apresuró a cerrarla, se quedó en silencio y totalmente
inmóvil; sólo oía el sonido de su propia respiración, la que por momentos
suspendía por el miedo. Oyó unos pasos que se acercaban… luego el silencio. A
lo lejos sólo se oía el ladrido de los perros.
Se quedó allí por más de media hora,
hasta que mi abuela la llamó desde la cocina. Juntó coraje, salió del baño y
corrió sin parar hasta llegar al interior de la casa. Una vez adentro, con
curiosidad se dio vuelta para ver qué había detrás de ella. Con asombro vio a
una mujer vestida de negro, al lado del baño, sentada en una rama de la
higuera.
Se le erizó la piel y un frío le
recorrió todo el cuerpo. Atontada por el miedo se atropelló la mesa donde
estaba la radio a galena, se dio vuelta para evitar que cayera y en ese
instante sintió un golpe del “más allá”, el fantasma de la viuda la había
golpeado tan violentamente que cayó al suelo.
Conservó ese recuerdo como el peor de
su niñez durante años. Pero cuando creció, relacionando una cosa con la otra,
llegó a la conclusión que el origen de ese golpe fatal había sido nada más ni
nada menos, que una descarga eléctrica, y que la imagen de la mujer había sido
el juego de sombras de las hojas y ramas de la higuera, con el condimento
indispensable de la sugestión.
Sella
Me atrapó
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