miércoles, 19 de agosto de 2020

 

  El túnel liso.

 

¿Qué harás en la soledad, alma mía, 

en la soledad total?

Sola contigo misma,

con tu respiración, 

con tus pensamientos manipuladores, 

con tus miedos.

 

¿Acaso te dejarás vencer?

Sin un trozo de papel, ni un lápiz desgastado.

Nadie, pero nadie, podrá saber qué piensas, qué sientes, 

y en ese momento te darás cuenta de lo que viviste,

de las oportunidades que aprovechaste o perdiste.

De las personas que ya no verás, las que ya no abrazarás.

 

Te irás por ese túnel y escucharás la música que está en tu mente,

ese túnel liso que no te permitirá asirte

ni detenerte en el trayecto.

Entonces, te animarás a bailar esa música…

 

¿Te liberarás del peso de ti misma? 

¿Acaso bailarás el vals del agradecido?

¿O te quedarás contemplando cómo se descorre lentamente,

segundo a segundo, el interminable velo del tiempo cruel?

 

El mismo verá secar gota a gota los frágiles

hilos de sangre que recorren tu cuerpo.

 

Alma mía, qué frágil ha sido tu recipiente de barro,

ya ni el líquido de tus lágrimas hará que retoñe el rosal de tu ilusión.

 

Sola, como aquel que pierde la noción de su presente

y decide abrir la puerta a su propio mundo.

 

¿O es que, acaso, al fin extenderás tus alas

y te librarás del peso de la ilusión

que te mantenía atada al mundo de la incertidumbre?

 

Por ahora sigue experimentando

en el mundo colorido de la distracción humana.

 

Deja tu último latido con la fuerza de haber vivido

y haber disfrutado de su hermoso contenido.

 

                                                                                  Luisa Rodríguez

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