MI MUNDO
Recuerdo otro mundo mío, de otra etapa, cuando
contaba solo con diecisiete años. Estábamos reunidos en la casa de unos amigos,
en el corazón de la ciudad. Hermosa casona antigua, con varias habitaciones que
daban a un patio interior central. Es verdad que no era muy cómoda por la
disposición de cada ambiente; pero eso no le quitaba belleza. Ahora es un
restaurante.
Estábamos escuchando tocar la guitarra, cantar y
tomando mate con tortitas raspadas y pinchadas, típicamente mendocinas. De
pronto alguien dio un salto y grito: - ¡Una
araña!
La dueña de casa corrió a buscar una escoba para
matarla. Algunos varones dispusieron sus zapatos para aplastarla, aunque daba
temor por el tamaño. Y de entre las chicas salió una voz con fuerza diciendo:- No la maten, no la toquen, yo me encargo.
Y le abrimos camino hacia la araña que no sabía para donde disparar. Se le
acercó y tiernamente, la tomó del cuerpito con la mano derecha, entre el índice
y el pulgar y la llevó hacia el patio donde había un cantero con malvones,
depositándola delicadamente. Seguro que de ahí vino. La joven dio media vuelta
y entró nuevamente a la sala. Allí estábamos boquiabiertos y dijo: -En mi mundo todos cabemos, también esa
araña. Son seres en extremo útiles. Se hacen cargo de mosquitos y otros insectos que realmente nos molestan o
pueden picar, las arañas de jardín no hacen daño.
Nunca más volví a ver a Olguita, ese era su
nombre. Era una joven ingeniera agrónoma que trabajaba en la facultad de
Ciencias Agrarias, en el departamento de Luján de Cuyo. Pero su enseñanza quedó
imborrable en mí.
¡En mi mundo todos cabemos! ¿Cabemos todos en mi
mundo? me pregunto.
Teresa Columna - 2020
Muy Bello!!!
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