viernes, 4 de diciembre de 2020

 

                                                             MI MUNDO

Recuerdo otro mundo mío, de otra etapa, cuando contaba solo con diecisiete años. Estábamos reunidos en la casa de unos amigos, en el corazón de la ciudad. Hermosa casona antigua, con varias habitaciones que daban a un patio interior central. Es verdad que no era muy cómoda por la disposición de cada ambiente; pero eso no le quitaba belleza. Ahora es un restaurante.

Estábamos escuchando tocar la guitarra, cantar y tomando mate con tortitas raspadas y pinchadas, típicamente mendocinas. De pronto alguien dio un salto y grito: - ¡Una araña!

La dueña de casa corrió a buscar una escoba para matarla. Algunos varones dispusieron sus zapatos para aplastarla, aunque daba temor por el tamaño. Y de entre las chicas salió una voz con fuerza diciendo:- No la maten, no la toquen, yo me encargo. Y le abrimos camino hacia la araña que no sabía para donde disparar. Se le acercó y tiernamente, la tomó del cuerpito con la mano derecha, entre el índice y el pulgar y la llevó hacia el patio donde había un cantero con malvones, depositándola delicadamente. Seguro que de ahí vino. La joven dio media vuelta y entró nuevamente a la sala. Allí estábamos boquiabiertos y dijo: -En mi mundo todos cabemos, también esa araña. Son seres en extremo útiles. Se hacen cargo de mosquitos y  otros insectos que realmente nos molestan o pueden picar, las arañas de jardín no hacen daño.

Nunca más volví a ver a Olguita, ese era su nombre. Era una joven ingeniera agrónoma que trabajaba en la facultad de Ciencias Agrarias, en el departamento de Luján de Cuyo. Pero su enseñanza quedó imborrable en mí.

¡En mi mundo todos cabemos! ¿Cabemos todos en mi mundo? me pregunto.

                      Teresa Columna - 2020

 

1 comentario:

  Reflexión     Los seres que aman derriban barreras, acercan, escalan montañas. Los seres que odian separan, levantan murallas, no ...