LA BRUJA
Fue un sueño
extraño, o tal vez casi todos los sueños son extraños.
Era como un
parque de diversiones. Muchos juegos variados. La vuelta al mundo girando y
girando. Risas, gritos y más risas. De pronto me vi casi en un desierto, mucho
sol y en el centro una carpa azul claro. Era cuadrada, con sogas que la
sostenían en la arena. El techo con base cuadrada, terminaba en punta hacia
arriba. Algo había en la punta, pero no recuerdo que. En la entrada se
levantaba como un toldo de igual tela y color, sostenido por dos palos
lustrados de color claro. Sentí que debía entrar. En su interior muy iluminado,
aunque no podía ver luces, había una mesa pequeña y redonda. La cubría hasta el
suelo una especie de mantón color azul también, como con flores de variados
tonos de azul. En el centro de la mesa, la consabida bola de cristal con humo
dentro que se movía suavemente.
Había dos
sillas comunes de madera oscura. Una parecía esperarme a mí, en la otra estaba
sentada la Bruja. Era como en los cuentos de Walt Disney, vestida de azul
claro, sombrero de bruja de igual color. De piel muy blanca, cara alargada con
una gran quijada. Dos o tres dientes entre maxilar superior e inferior. Nariz
aguileña y larga. Un lunar del lado derecho de la nariz, largo y gordo. Los ojos
no recuerdo como eran, las cejas canosas y largas.
Sonreía,
sonreía de un modo agradable, tierno. Nada que ver su sonrisa, la ternura que
me despertaba, con lo que se dice de las brujas.
Mirándome y
sonriendo me dijo: - ¿Qué quieres saber? ¿Qué has venido a preguntarme?- Pensé
que yo no había tenido la intención de ir a verla y mucho menos necesitaba
preguntarle nada. Ella pareció escuchar mis pensamientos y dijo: - La niña
nacida igual que tú, encontrará mañana al amor de su vida. Y ahí desperté,
repitiendo sus palabras: “La niña nacida igual que tú, encontrará mañana al
amor de su vida.
Me pregunté
que significara ese sueño. Y luego lo dejé hasta que vi a Mili. Entonces
recordé: Mili nació el mismo día que yo. Pensé, asocié y concluí, que tal vez
ella encuentre mañana en el casamiento de su prima Guady, al amor de su vida.
¿Y me
pregunto cuál puede ser el amor de su vida? En esta etapa de mi vida, ya no
asocio amor de la vida, con la pareja, sino con ese ideal que nos llama desde
lo más hondo de nuestro ser. Ese amor que nunca nos defrauda, nunca nos
abandona, ni tan siquiera por muerte. Es el gran amor, el sueño, el ideal, eso
que depende de uno y nada más. Ojalá Mili encuentre ese gran amor, entonces,
cualquier amor se disfruta, lleva al éxtasis sin éxtasis.
La bruja, la
anti belleza, lo contrario en cuanto a simbología universal de la belleza, el
amor, la confianza. Sonríe con bondad, con ternura. La cara oscura de la vida,
el antihéroe, la fealdad, el dolor ¿Qué puede ser más horrible que la muerte de
los inocentes? Un aborto, un niño, una adolescente, un joven, un cachorro de
cualquier especie. Y ahí está la bruja, el antihéroe anunciando algo muy
hermoso, el encuentro con el gran amor de la vida. En una carpa azul, vestida
la bruja de azul, símbolo para mí, de la divinidad femenina. Una carpa en un
desierto, como cualquier desierto. Como el desierto de Juan el Bautista, el
desierto de los cuarenta días de probación de Jesús, el desierto del
Principito. El desierto de los cuarenta años del pueblo judío guiado por
Moisés. Y ahí está la bruja dando su profecía de amor, y es mujer y es bruja,
con nada a su favor, salvo que a mí me gustan las brujas.
Que se
cumpla tu profecía tan amplia ¡Que se cumpla! ¿Cuál será el amor de su vida?
Teresa Columna - 2020
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