El caso:
“Confusión”
Dos argentinos viajaron a Rumania y se alojaron en la casa
de familiares, ubicada en la ciudad de Bacau.
Los dueños de casa, que era una pareja, propusieron un paseo
para hacerles conocer los alrededores.
Uno de los viajeros no hablaba ni una sola palabra en
rumano. El otro podía hacerse entender a pesar de manejar un vocabulario
reducido.
El clima no era propicio. El pronóstico anticipó lluvias y había
comenzado a lloviznar.
Uno de los visitantes pidió prestado un paraguas. Los
dueños de casa no entendieron para qué les estaban pidiendo un paracaídas.
Luego se aclaró la confusión. En su urgencia se había
equivocado de palabra.
La anécdota:
“Bochorno”
Mi hermano y yo viajamos, hace unos años, a Rumania. Fuimos a visitar a familiares que viven en la ciudad de Bacau.
Nos recibieron con gran alegría y afecto. Prácticamente, nos obligaron a alojarnos en su casa.
Comunicarnos con ellos resultó algo complicado, puesto que mi hermano no habla ni una palabra en rumano. Yo lo entiendo bastante bien pero lo hablo bastante mal. Me di cuenta que les causaba algo de gracia “mi estilo”.
Al día siguiente de nuestra llegada nos propusieron un paseo para conocer los alrededores. Durante el viaje pude apreciar los bellos paisajes de la zona. Aunque en otoño, el clima húmedo y frío no resultaba muy atractivo para salir.
Justo comenzó a lloviznar y yo no portaba paraguas por lo que les pedí uno prestado a los dueños de casa. La expresión de sus rostros cambió, se veían algo extrañados.
De pronto estallaron en una carcajada y me preguntaron si pensaba lanzarme desde un avión.
Pasaron unos segundos para caer en la cuenta de mi error: les había pedido un paracaídas en vez de un paraguas. ¡Qué papelón!
NELA
BODOC - 2021
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