martes, 6 de abril de 2021

 

 

       Los cuatro amigos y el Zorro

En una casa de campo en medio de las montañas vivían Pedrito y María, de cuatro y cinco años. Son muy respetuosos y amorosos con la naturaleza; se los veía jugando con su perrito llamado Cachito y la niña tenía en sus brazos a Jazmín, un pollito del corral que se encontraba con su patita lastimada y por ello que cuidaban de él.

Oculto en medio de los matorrales se encontraba un zorro mirando con atención el juego de los niños, pues este depredador había puesto los ojos en Jazmín, el pollito, esperando el momento preciso para atacar y llevárselo a su guarida. Pensaba: “Este pollito se ve delicioso, será mi almuerzo y no tendré que caminar ni esforzarme mucho para comer hoy, solo tengo que esperar el menor descuido de la niña y podré disfrutar de este rico manjar”. Se quedó ahí oculto entre las hierbas esperando.

Mientras Cachito, que acompañaba en los juegos a los niños con sus ladridos y saltos, empezó a sentir un olor raro en el lugar, levantó su hocico y empezó a olfatear, siguió tras ese olor porque quería saber qué era preguntándose -¿De dónde viene ese olor tan fuerte y desagradable?

Los niños se dieron cuenta que Cachito se alejaba de ellos, olfateando, a cada paso que daba, y decidieron seguirle, llamándole -Cachito ¿a dónde vas? ¡Ven Cachito, ven!- gritaban los niños sin recibir respuesta.

Cachito se dio cuenta que era un zorro que estaba escondido, empezó a ladrar desesperadamente, los niños llegaron al lugar y sintieron compasión de él al verlo tan flaco y descuidado.

Pedrito, que no tenía miedo a los animales diferentes de los que tenían en la granja, se acercó muy lentamente donde estaba Tantor, que así se llamaba el zorro, que se encontraba muy débil para correr y alejarse de quienes lo miraban con asombro. El niño extendió sus brazos para acariciarle la cabeza, mientras María corría a la casa para traerle un poco de leche fresca, y de paso se llevaba a Jazmín, el pollito, para resguardarlo del peligro.

Pedrito que le tomó cariño a Tantor al verlo tan abandonado, que con solo al mirarlo le tocó el corazón,   hablándole mientras lo acariciaba: -No te preocupes -le decía- aquí nosotros nos ocuparemos de ti, te daremos de comer todos los días, en este lugar nos encontraremos y seremos amigos. Mira, éste es Cachito, nuestro perrito protector, nos cuida cuando salimos a jugar al campo, él también puede ser tu amigo y juntos podemos jugar.

María llegó cansada de tanto correr, con su botella de leche y un platito y le dieron de beber al zorrito, que sintió que las fuerzas le regresaban. Volvieron a brillar sus ojos negros de agradecimiento hacia sus nuevos amigos.

Todas las tardes juegan en el mismo lugar los cuatro amigos, sin Jazmín por supuesto, pero Tantor sigue haciendo el esfuerzo por dejar de comer carne, para no lastimar a otros animalitos que, como él, necesitan vivir.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado y móntate al potro que mañana te cuento otro.

                                                                                                    Basilia Arenas.

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