jueves, 5 de agosto de 2021

 

                                                                        

                                                                        Elocuente

 

Un jovencito de unos 13 o 14 años, vistiendo impecable uniforme escolar, entró a un kiosco y sin saludar se dirigió directamente al mostrador, tomó el encendedor que estaba sujeto de un cable para el uso de los fumadores, encendió un cigarrillo armado a mano que esparció un fuerte olor a marihuana y dando media vuelta se dirigió a la salida. Incómodo, el dueño del negocio le increpó: “A tu edad no debieras estar quemándote la vida así, qué va a ser de vos cuando seas grande…”, a lo que el jovencito con cara de amargura y como quien se digna a contestar “para tapar la boca” dijo: “Deme una sola razón válida para vivir y dejo de fumar.”  Volvió a girar sobre sí mismo y partió dejando algo más que el fuerte olor de su cigarrillo.

            Ese ha sido el discurso más breve, descriptivo y estremecedor que he escuchado de esta sociedad apocalíptica que hemos creado. Me pregunto qué haría yo si supiera que mañana termina el mundo, y la única respuesta que encuentro es vivir ahora todo lo más intensamente posible y satisfacer la mayor cantidad de deseos.  

                                  

 

                                                                                  Marta Ibáñez - 2009

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