Reflexiones:
Los consejos
y otras hierbas.
¿Quién no ha recibido un consejo no pedido alguna vez, hasta
de una persona no conocida, en la calle o en una parada de micros?
Hay un refrán que expresa lo que sentimos, cuando esto pasa:
“Consejos no pedidos, los dan entrometidos”
A la mayoría de las personas les molesta que les digan lo
que deberían hacer en determinada situación, solamente por haberla compartido. Esos
consejeros improvisados aprovechan para vaciar su propio “basurero emocional”.
Hay consejos de todo tipo: algunos basados en la lógica,
basados en fundamentos científicos o heredados de viejas supersticiones, útiles
o inútiles.
A mí no me molesta recibir un consejo sin haberlo pedido,
aunque a veces sea una crítica encubierta. Nadie me obliga a ponerlo en
práctica, solo lo escucho y luego lo analizo. Trato de usar el sentido común y
aplico aquél que me pueda servir. Pienso que siempre hay alguien que sabe más
que yo o que tiene más experiencia.
Algunas veces no he aplicado estas reglas. En una ocasión,
hice caso a una vecina que me dio una extraña receta. Me dijo que untara con
aceite las almohadillas de las patitas de mi gato. Según ella, esa evitaría que
el felino se escapara. Fue una tontería que no dio resultado. Mi gato se fue y
nunca más lo volví a ver.
Creo que el mejor consejo es aquel que no se da. La mayoría
de las veces las personas solo esperan de nosotros que las escuchemos. Pero es
difícil frenar el impulso de expresarles lo que pensamos. Creemos saber que
deberían hacer en dichas circunstancias olvidando que “no somos dueños de la
verdad”. Puede ser hasta peligroso darlos. Se debe ser consciente de la gran
responsabilidad que es inducir al otro a tomar una decisión determinada.
En fin, esto de “los consejos” es todo un tema, que da para
mucho más. Pero mi consejo es, que lo dejemos aquí ¡je je je!
Nela Bodoc -
2021
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