lunes, 7 de febrero de 2022

 


LAS LEYENDAS DE LA NOCHE DE SAN JUAN

 

El 23 de junio a las 24 horas, se reavivan numerosas leyendas en torno a esta festividad de origen pagano, que luego el cristianismo haría propia.

Se celebra dicho día el nacimiento de Juan el Bautista: “La voz que clama en el desierto”. El ermitaño que se alimentaba de hierbas amargas y langostas.

En determinado momento los conquistadores europeos traen sus leyendas a estas tierras, mezclándose con las del lugar. Dando origen a variadas historias, hechizos y conjuros.

En el hemisferio Norte, es la noche más corta y el día más largo, es el comienzo del verano y suelen celebrarlo danzando en torno a grandes fogatas en las playas.

En el hemisferio Sur es la noche más larga, con el día más corto y el inicio del invierno.

Noche de hogueras y hechizos varios. Fuego, agua, papas y pelos. Huevos, espejos, velas y mucho miedo.

Es el solsticio de invierno. Esta palabra proviene del latín y significa “Sol quieto”. El Sol se encuentra en ese momento a la mayor distancia del ecuador celeste. El Sol parece detenerse, la noche más larga suele comenzar cerca de las 19 horas.

Dos niñas de unos nueve años, juegan a fantasmas, brujas, aparecidos y diablos. Se asustan a sí mismas con sus terroríficas historias. Les han dicho que si se miran al espejo a la media noche en punto, cada una se verá vestida de novia con el joven más hermoso que será su esposo y padre de sus hijos. O que verá una bruja, un diablo o su propia muerte. ¿Se atreverán a mirarse? Tiene que estar todo a oscuras, cada una sola frente al espejo, con una vela ya encendida en la mano. A las 24 en punto, hay que poner la vela cerca de la cara y mirar el espejo. ¡Ay Dios! ¡Qué horror! Es tan grande el miedo, que no alcanzan a mirarse, sólo a tirar la vela y encender la luz.

Esa noche ninguna de las dos durmió. Habían visto las peores sombras sobre el espejo y escuchado crujidos, gemidos y lamentos. Toda la casa parecía estar viva.

Cuando se encuentran al día siguiente tratan de contarse lo que vieron. Ninguna vio al hermoso joven, ni a sí misma vestida de novia. Vieron fugazmente algo tan desagradable que las espantó. Recuerdan que dijeron: “Mamá, mamá, tengo miedo.”

También habían puesto un huevo crudo en un plato con agua tibia debajo de la cama, que supuestamente, al día siguiente les mostraría cuantos hijos tendría cada una. Lo real es que una encontró al huevo lleno de pelusas, sin señales de posibles hijos. La otra, sólo el plato vacío.

Asustadas por el espejo y frustradas por el huevo, pensaron que se quedarían solteras, no tendrían hijos y morirían jóvenes, castigadas por atreverse a desafiar al tiempo. El único feliz fue el perro de una de ellas, que se comió uno de los huevos. Haciendo desaparecer la esperanza de una familia propia, de casa, jardín y un auto nuevo.

Y se hizo presente la triste realidad de contar aún con nueve años y tener que volver a clases. Con las cuentas, la historia oficial, la geografía, los dibujos y algunos agradables cuentos.

 

Teresa Columna - 2020



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