Cortesía
Mi ciudad, si
bien es grande, mantiene costumbres de cierta cortesía como saludar al
conductor, dejar subir primero a las mujeres a los transportes públicos o ceder
el asiento a una persona mayor.
Pero este
domingo, esperaba el metrotranvía acompañada de mi sobrina y su hija, mientras conversábamos
llegó un adolescente con su mochila a la espalda y una patineta bajo el brazo,
y, como corresponde a esta época, mirando fijamente su celulares.
Cuando el
transporte llegó, me despedí de mis sobrinas y subí para encontrarme con los
dos coches repletos de pasajeros, todos jóvenes y todos mirando sus respectivos
celulares, lo que es muy bueno para “no ver” si hay alguien necesitado sentarse.
A la segunda
parada se bajó alguien que estaba en un asiento e hice ademán de ir hacia ese
lugar que estaba a dos pasos, pero una joven, mirando intencionalmente hacia
otro lado fue más rápida y se sentó e inmediatamente se conectó al celular.
Resignada
seguí en el lugar cuando escuché una voz juvenil -¿Se quiere sentar?- era el
joven de la patineta. –Sí, pero ¿Hay asiento libre?- pregunté.
Sí –contestó-
¡Pibe, dale el asiento a la señora!- y el aludido se levantó como empujado por
un resorte y liberó el asiento,
No pude menos
que agradecerles, a ambos.
Y a mis canas.
Asumi
- 2022
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