viernes, 2 de septiembre de 2022

 

No hay mal….

 

-No hay mal que por bien no venga- reza un conocido dicho. A mí me resultó muy cierto.

Esa mañana estaba por salir en mi bicicleta para ir al centro que está a unos ocho kilómetros de mi casa.

Tenía que hacer un trámite algo complicado que requería cierta documentación importante y no había reunido, aún, todos los papeles.

Estaba un poco desconcentrada y algo desordenada. Tal vez porque es una tarea que me desagrada, siempre trato de evitar cualquier tipo de trámite. Algo había alcanzado a preparar la noche anterior, pero me faltaba un documento, el más importante. Lo busqué en el lugar donde guardo normalmente lo que es de cuidado, y no estaba allí. Busqué y busqué, revolví, como quién dice, cielo y tierra….y nada. No dejé escritorios y cajoneras sin revisar.

Este trajín me llevó más de media hora. Me tiré sobre la silla, exhausta y enojada conmigo misma .Miré la hora, se me estaba haciendo tarde, iba a perder el turno que me habían dado.

De pronto sentí una ligera brisa que pasó por mi cabeza como si hubiese sido una sutil caricia,  fue un gran alivio.

Una voz en mi cabeza, que no era mía, me decía que no debía preocuparme, que lo podría resolver en otra ocasión. Y me relajé totalmente.

Pensé en aprovechar lo que quedaba de la mañana en hacer las compras de la semana.

Cerré la puerta de la reja de mi casa, me puse el casco y me monté a la bicicleta. Sentí un ruido y un movimiento extraño. Y, como en cámara lenta me iba cayendo. Se había quebrado la vela y se abrió el cuadro de la misma.

Si no hubiera tenido la reja cerca, de la cual me sostuve, podría haberme lastimado seriamente. Todos los contratiempos anteriores sirvieron para evitarme un hecho grave.

Mi ángel de la guarda me protegió y le dí las gracias.

Ese mismo día encontré el documento tan buscado. Estaba sobre la mesa del comedor, tan visible que parecía estar llamándome. Y una gran sonrisa se instaló en mi cara.

 

Nela Bodoc - 2022

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