martes, 4 de octubre de 2022

 

EL TECHO DEL MUNDO

 

            ¡Es tan maravilloso estar en este lugar! ¡El techo de América! Eso dicen del Aconcagua, pero esa debe ser la parte más alta del techo, y esta la más baja, pero ambas son parte del techo ¡Já, qué buen chiste! ¡Lástima que no tengo con quien compartirlo!

 

            Uno podría pensar que aquí todo es silencio, pero en realidad no es así, sólo que no es el ruido al que se está acostumbrado, pues  oigo el viento, que la verdad, ya me está cansando, y también oigo crujir la nieve acumulada, como si me quisiera hacer entender que ella decide en cualquier momento deslizarse y mandarme directamente hacia la base sin escalas, salvo que algún afilado peñasco sirva como estación intermedia donde hacer una dolorosa parada ¡Otro buen chiste, se ve que la escasez de oxígeno me agudiza el ingenio. También oigo crujir la profundidad del hielo, debe ser su movimiento interno, pues según he leído los glaciares siempre están cambiando internamente, parece ser que él también quiere hacerme sentir su poderío, a mí, insignificante hombrecillo que ha osado hollar con su insignificante pie su lomo colosal, acechándome  como cuando uno duerme en verano y espera a que el mosquito se asiente para intentar matarlo de un manotazo.

 

            ¡Si pudieran verme ahora los de la oficina! ¡Se morirían de envidia! Ellos estarán todos hartos de calor. Imagino al Gordo Álvarez, siempre resoplando, hecho un elefante marino tirado en la arena de Mar del Plata, con su infaltable radio y su refresco de cola, haciéndose el gracioso con las chicas bonitas de los alrededores cuando la mujer no lo vigila.  Y el Petiso Pérez, estará haciendo horas extras para congraciarse con el jefe, él siempre se toma las vacaciones en marzo, el muy chupamedias, cuando todo el mundo esté de cabeza trabajando se tomará sólo unos días, si  es que no lo necesitan, y los demás días los seguirá acumulando, nadie sabe para qué. Y la “señora” de López, ¿adónde estará ahora pintándose las uñas?, porque en la oficina es su trabajo más eficiente, pobre López, si en su casa es tan eficiente como en la oficina. Y la Barragán, que debieran haberle apellidado “Barrigán”, (otro muy buen chiste, espero acordarme para contárselos a los demás en la ofi), que se pasa la vida de embarazo en embarazo, ya debe tener como seis niños la pobre, aunque el tema debe gustarle, si no ya habría largado al zángano ese que tiene por marido, claro, que con todos los tiempos de licencia que va a tener al final de su carrera. Y el Puchero Fernández, que ya ni me acuerdo de su nombre, con el apodo que le puse de puchero, porque siempre anda barriendo puchos, un lindo sobrenombre, aunque algunos no lo crean. Claro, es difícil para ellos entender el humor sutil.

 

            Hermoso todo desde aquí, la verdad. Y cumplido el sueño de toda mi vida. Me acuerdo cuando era chico y veía la montaña desde la azotea de nuestro edificio, y que cuando íbamos al Cerro de La Gloria y miraba hacia el Oeste me imaginaba que algún día estaría aquí. ¡Y estoy aquí!

 

            Ha valido la pena tanto esfuerzo  y tanto entrenamiento, he podido hacer esta hazaña con total seguridad. Recuerdo cuando era chico y era el hazmerreír de mis primos porque ellos eran más grandes, y más brutos, reconozcámoslo, que siempre se burlaban de mí. Y lo mismo en la escuela y en el club. Pero yo me juré que algún día haría algo que ninguno de aquellos boconazos podría hacer, y lo he hecho, creo que con esto les demuestro a todos mi superioridad sobre ellos.

 

¡Oh! ¡Por Dios! ¡Estoy en un momento muy especial, que se da a muy pocas personas y lo único que se me ocurre es criticar! ¡Debe ser la falta de oxígeno!

 

Gracias Dios mío, por éste momento de Comunión contigo, por asistirme hasta aquí y te pido lo hagas hasta que esté a buen resguardo del Campamento Base. Y sobre todo, te agradezco que no prestes oídos a todas mis estupideces, pues soy tan sólo un pequeño hombrecillo con una bolsa de resentimientos. Gracias a Ti, Padre mío. Amén.

 

                                                            Asunción Ibáñez - 2011

 

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