ANCIANIDAD Y SABIDURÍA
Hay algo peor que llegar a viejo y es no
llegar.
Mi padre fue a la escuela solo lo suficiente para aprender a leer y escribir, y a partir de entonces fue autodidacta, y sin haber leído a Sartre, ni haber conocido a Camus, Kierkegaard o Nietzsche, era en la práctica un existencialista en cuerpo y alma, que cumplía acabadamente con lo que pensaba y sentía, tratando de transmitirlo a los demás con muy pocas palabras.
Enseñaba a mi hermano y a mí el respeto por todos los ideales, por todas las creencias y por todas las religiones, tratando de que no temiéramos ni veneráramos a los hombres que los encarnaban: “los ideales que rigen a la humanidad nacen casi perfectos –decía- pero los hombres se encargan de no cumplirlas acabadamente”.
No sé si fue un anciano sabio,
pero sí un hombre que vivió de acuerdo a su modo de pensar y murió conforme,
sencillamente habiendo agotado su tiempo.
Asunción Ibáñez - 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario