Narrativa: lo que mis
antepasados me dejaron.
A mis hijos,
mi herencia
Mis abuelos tuvieron una riqueza para mí, incalculable. No
cotiza en ninguna bolsa de comercio y aunque quisiera, o me ofrecieran
venderlas, no podría hacerlo.
Es intangible pero visible.
Es brillante y no es oro.
Es gigante e intangible.
Don Juan Zeballos, mi Tata, fue el hombre que marcó el
respeto como base de su trato cordial y amable. El valor de la palabra dada en
su trabajo y en sus promesas a sus nietas llenas de caramelos y chocolates, “la
yapa” cuando volvía de algún trámite hecho en Mendoza al Tunuyán donde lo
esperábamos. Él no viajaba solo. Lo acompañaban Meme y Teté, que le recordaban
no olvidarse del regalito esperado.
Meme, Doña Ana, fue la abuela materna a la que bauticé con
ese nombre, mezcla de madraza y abuela. ( Mi yo y las palabras inventadas desde
muy chica que perduraron en la familia, quedan para otra ocasión). De ella pude
recibir el don preciado de la entrega, de la fuerza ante la adversidad. De los
buenos recuerdos de todos los que la conocieron como la mejor anfitriona,
porque daba su cariño en sus comidas llenas de magia sencilla, sin lujos.
Su recuerdo viaja en la familia y amigos que sus manos
tocaron con magia de ollas y sabores de campo. Siempre con el Tata a su lado.
El compañero de la fortaleza.
Sin dudas mi mamá y Teté recibieron esa fortaleza y entrega.
Las viví con sus cuidados amorosos, el cariño infinito y el estar siempre
presentes.
Abuela Rosa, tuvo un paso fugaz en mi vida terrenal. Se fue
cuando yo era muy chica para recordar detalles. Sin embargo su marca de lucha,
de protectora implacable, de rebeldía ante lo que creía injusto, de trabajo sin
cesar, de orden y limpieza, de amor, esa marca profunda está en mí. Mi papá
tiene eso de ella. Y mucho más. Porque eligió desarrollar su persona con un
camino espiritual que lo enriqueciera.
Mi mamá desarrolló su gran corazón de otra manera, dejando
una luz tan grande en este plano del universo, que aunque no la conocieron sé
que es la estrella que está brillando en los senderos que transitan. Guía y
protección.
Mis papis nos dejaron el legado de vivir con libertad y
cuidados, apoyándonos en la familia y sobre todo creer, confiar, tener fe.
Libertad para elegir. Cuidarnos para estar bien. Creer en
que lo malo pasará. Confiar en el amor de la familia. Fe en Dios que está en
cada paso.
Hoy sé que ser parte de una familia, de un gran árbol es un
privilegio, una responsabilidad y sobre todo una posibilidad. Una posibilidad
de crecer, cambiar, decidir.
No tengo todas las respuestas, aunque mi mente curiosa e
inquieta las busque. Seguramente lo heredé de alguna ramita de este árbol
familiar.
Ustedes ya tienen esta herencia y muchas más. Ser parte de
una familia es estar dentro de un vertiginoso laberinto de vivencias,
enseñanzas y legados. Somos el producto de todo eso más lo que hagamos con
ellas.
Podemos llegar a creer que no se puede cambiar lo malo. En
este presente tengo mis dudas y trabajo en ello. Me doy permiso para transitar
todas esas cositas malas de las que ejemplos sobran, en lo físico que se ve, en
el alma que me mueve con invisibles hilos.
Tengo dudas: ¿Será que mi persona se refleja en las
historias familiares para que logre entender de qué se trata vivir? y ¿por qué
soy parte de este árbol y no de otro?
La certeza es que los movimientos en mi genealogía personal
son muy fuertes. Un paquete multirracial que sin dudas está en ustedes. Lo que
se hereda no se pide. Llega.
Está todo enlazado, ayudan a darnos forma y seguir.
Hoy me ayuda a poder elegir y aceptar a un compañero de vida
que camina junto a mí a la par, completando mi árbol lleno de remolinos con su
sensibilidad y compañía, entrelazando árboles.
En fin, aprendí que las marcas de la historia familiar, se
pueden curar, mejorar, atravesar, disfrutar, cerrar. Afrontarlas, en lugar de
enfrentarlas.
Pequeños míos este es el legado que les paso: elegir un camino
y hacerlo con fe. Lo hago cada día y no es sencillo. Muchas veces quiero
gritar, correr, escapar. Eso también estuvo en mis antepasados. Es por algo.
El camino del desarrollo espiritual, como nos enseña el Tata,
lo eligen ustedes. Yo sé que Dios los acompañará.
No se olviden que ustedes enriquecen esta herencia como
quieran y sobre todo como puedan.
Estoy tranquila porque sé que tienen muchos ejemplos a donde
aferrarse cuando den sus pasos.
Con muchos errores y más cariño, como me decía mi mamá.
Mamá
Estela Iris González. Abril de 2023
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