jueves, 18 de mayo de 2023

 

Narrativa: lo que mis antepasados me dejaron.

 

A mis hijos, mi herencia

Mis abuelos tuvieron una riqueza para mí, incalculable. No cotiza en ninguna bolsa de comercio y aunque quisiera, o me ofrecieran venderlas, no podría hacerlo.

Es intangible pero visible.

Es brillante y no es oro.

Es gigante e intangible.

Don Juan Zeballos, mi Tata, fue el hombre que marcó el respeto como base de su trato cordial y amable. El valor de la palabra dada en su trabajo y en sus promesas a sus nietas llenas de caramelos y chocolates, “la yapa” cuando volvía de algún trámite hecho en Mendoza al Tunuyán donde lo esperábamos. Él no viajaba solo. Lo acompañaban Meme y Teté, que le recordaban no olvidarse del regalito esperado.

Meme, Doña Ana, fue la abuela materna a la que bauticé con ese nombre, mezcla de madraza y abuela. ( Mi yo y las palabras inventadas desde muy chica que perduraron en la familia, quedan para otra ocasión). De ella pude recibir el don preciado de la entrega, de la fuerza ante la adversidad. De los buenos recuerdos de todos los que la conocieron como la mejor anfitriona, porque daba su cariño en sus comidas llenas de magia sencilla, sin lujos.

Su recuerdo viaja en la familia y amigos que sus manos tocaron con magia de ollas y sabores de campo. Siempre con el Tata a su lado. El compañero de la fortaleza.

Sin dudas mi mamá y Teté recibieron esa fortaleza y entrega. Las viví con sus cuidados amorosos, el cariño infinito y el estar siempre presentes.

Abuela Rosa, tuvo un paso fugaz en mi vida terrenal. Se fue cuando yo era muy chica para recordar detalles. Sin embargo su marca de lucha, de protectora implacable, de rebeldía ante lo que creía injusto, de trabajo sin cesar, de orden y limpieza, de amor, esa marca profunda está en mí. Mi papá tiene eso de ella. Y mucho más. Porque eligió desarrollar su persona con un camino espiritual que lo enriqueciera.

Mi mamá desarrolló su gran corazón de otra manera, dejando una luz tan grande en este plano del universo, que aunque no la conocieron sé que es la estrella que está brillando en los senderos que transitan. Guía y protección.

Mis papis nos dejaron el legado de vivir con libertad y cuidados, apoyándonos en la familia y sobre todo creer, confiar, tener fe.

Libertad para elegir. Cuidarnos para estar bien. Creer en que lo malo pasará. Confiar en el amor de la familia. Fe en Dios que está en cada paso.

Hoy sé que ser parte de una familia, de un gran árbol es un privilegio, una responsabilidad y sobre todo una posibilidad. Una posibilidad de crecer, cambiar, decidir.

No tengo todas las respuestas, aunque mi mente curiosa e inquieta las busque. Seguramente lo heredé de alguna ramita de este árbol familiar.

Ustedes ya tienen esta herencia y muchas más. Ser parte de una familia es estar dentro de un vertiginoso laberinto de vivencias, enseñanzas y legados. Somos el producto de todo eso más lo que hagamos con ellas.

Podemos llegar a creer que no se puede cambiar lo malo. En este presente tengo mis dudas y trabajo en ello. Me doy permiso para transitar todas esas cositas malas de las que ejemplos sobran, en lo físico que se ve, en el alma que me mueve con invisibles hilos.

Tengo dudas: ¿Será que mi persona se refleja en las historias familiares para que logre entender de qué se trata vivir? y ¿por qué soy parte de este árbol y no de otro?

La certeza es que los movimientos en mi genealogía personal son muy fuertes. Un paquete multirracial que sin dudas está en ustedes. Lo que se hereda no se pide. Llega.

Está todo enlazado, ayudan a darnos forma y seguir.

Hoy me ayuda a poder elegir y aceptar a un compañero de vida que camina junto a mí a la par, completando mi árbol lleno de remolinos con su sensibilidad y compañía, entrelazando árboles.

En fin, aprendí que las marcas de la historia familiar, se pueden curar, mejorar, atravesar, disfrutar, cerrar. Afrontarlas, en lugar de enfrentarlas.

Pequeños míos este es el legado que les paso: elegir un camino y hacerlo con fe. Lo hago cada día y no es sencillo. Muchas veces quiero gritar, correr, escapar. Eso también estuvo en mis antepasados. Es por algo.

El camino del desarrollo espiritual, como nos enseña el Tata, lo eligen ustedes. Yo sé que Dios los acompañará.

No se olviden que ustedes enriquecen esta herencia como quieran y sobre todo como puedan.

Estoy tranquila porque sé que tienen muchos ejemplos a donde aferrarse cuando den sus pasos.

Con muchos errores y más cariño, como me decía mi mamá.

Mamá

 

Estela Iris González. Abril de 2023

 

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