Mi casa habla de mí.
La señora
Llegó hace diez años, vino con una amiga a conocerme. Ella
es una señora mayor, y como en ese momento vivían aquí dos chicas jóvenes que
estaban por mudarse porque finalizaba su contrato, había bastante desorden por
lo que ya comenzaban a agrupar sus cosas para la mudanza, parece que no le
gusté demasiado, aunque no dijo nada.
Se mudó tres meses después y comenzamos una convivencia
armónica, pues ella estaba gustosa de estar aquí. Le agradaba que vinieran sus
familiares y amigos y a todos les señalaba que yo soy “silencioso y luminoso”
Con ella vino una gata que se hizo dueña y señora, pero en
diciembre de 2020 murió, ya tenía algo más de veinte años, creo que aún la
extraña, pero no quiere reemplazarla por otro gatito.
Por lo general está de buen carácter, será que no tiene con
quien pelear, aunque no escucha tanta música como a mí me gustaría, y se pasa
mucho tiempo escribiendo en su computadora, o leyendo, y quizás sea por su edad
o por sus gustos, ve documentales o conferencias cuando toma sus alimentos, y,
algunas veces, en las tardes.
En estos diez años ha celebrado sus cumpleaños con muy poco
festejo, solo una vez vinieron algunos invitados, pero eso sí, recibe muchos
saludos, por lo que se pasa el día hablando con sus amistades y familiares o
contestando mensajes.
Cuando dice su edad algunas personas le dicen que no se
notan los años que tiene, a lo que ella contesta riéndose que preferiría que se
noten y que no se sientan, pues a veces su artritis le molesta mucho.
Nos han visitado familiares de muy lejos, y ella me eligió
porque tengo dos cuartos para dormitorio, para que pudieran quedarse aquí.
Durante la pandemia no podía salir a la calle, así que subía
a mi terraza y caminaba dando vueltas y contando los pasos, sin detenerse hasta
haber hecho, por los menos, mil pasos, mientras imaginaba cada una de las
cuadras de los alrededores que antes de esa situación, solía recorrer. Luego se
sentaba a leer disfrutando el sol del atardecer.
También, en invierno, le gusta sentarse en mi comedor, que
tiene ventana hacia el Oeste, a admirar las puestas de sol, con sus amarillos
rojizos, sobre el azul de Los Andes.
Nos llevamos bien. Desde que ella vive aquí hizo remodelar
la cocina, después el baño y la lavandería y he quedado algo mejor a la vista
y, especialmente, más funcional.
Ojalá sigamos en tranquila armonía, y que ella pueda subir y
bajar las escaleras.
Asunción - 2022
Precioso Marty, me encantó recordar a Michy y como pasan de prisa los años
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