Después de: “…y fueron felices”
La vida continúa
Fui al país
Lejano donde gobernaba el rey Ruperto.
Ruperto
estaba casado con Aquilina, a la que apoderaban Cenicienta porque así la
llamaban despectivamente su madrastra y sus hermanastras cuando estaba soltera.
Pero habían
pasado veinte años desde se casaran felices y comiendo perdices. Habían tenido
seis hijos, tres varones y tres mujeres, y la verdad que era todo un
inconveniente lograr que entre los chicos hubiese armonía, pues eran de
carácter y gustos muy variados.
Gualberto,
el primogénito, era muy retraído y desinteresado en los estudios, pues era el
más exigido puesto que era el heredero al trono. Estaba muy enamorado de Lula,
la hija del jardinero aunque no podrían casarse porque ´del debería contraer matrimonio
con alguna princesa.
Le seguía
Rupertina, que las buenas costumbre decían que debía aprenderá tejer, a bordar
y a tocar el piano, pero a ella le gustaba cabalgar, salir de cacería y vestir
ropas masculinas.
El tercero,
Eliseo, era al que le gustaba tocar el piano y detestaba las cacerías y la
guerra.
Seguía
Celestina, que gustaba de las modas y tener varias damas de la corte que le
sirvieran y entretuvieran.
Ernestina,
la quinta en sucesión, gustaba de leer novelas, era muy sensible y siempre
andaba llorando por los rincones.
Y al sexto
hijo, Juliano, le importaba muy poco eso de ser príncipe, prefería jugar a las
cartas y coquetear con las jóvenes de la corte y aun con las campesinas.
Y como si
todo esto fuera poco, el rey se desentendía de lo concerniente a la educación
de sus hijos e hijas, pues consideraba que para eso estaba la madre, ya que él
tenía que atender todos los asuntos de estado y las guerras con los reinos
vecinos.
Así que
Aquilina estaba harta, deseando tomarse unas vacaciones. FIN
Asumi - 2023
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