lunes, 18 de septiembre de 2023

 


Después de: “…y fueron felices”

           

                                                        La vida continúa

 

Fui al país Lejano donde gobernaba el rey Ruperto.

Ruperto estaba casado con Aquilina, a la que apoderaban Cenicienta porque así la llamaban despectivamente su madrastra y sus hermanastras cuando estaba soltera.

Pero habían pasado veinte años desde se casaran felices y comiendo perdices. Habían tenido seis hijos, tres varones y tres mujeres, y la verdad que era todo un inconveniente lograr que entre los chicos hubiese armonía, pues eran de carácter y gustos muy variados.

Gualberto, el primogénito, era muy retraído y desinteresado en los estudios, pues era el más exigido puesto que era el heredero al trono. Estaba muy enamorado de Lula, la hija del jardinero aunque no podrían casarse porque ´del debería contraer matrimonio con alguna princesa.

Le seguía Rupertina, que las buenas costumbre decían que debía aprenderá tejer, a bordar y a tocar el piano, pero a ella le gustaba cabalgar, salir de cacería y vestir ropas masculinas.

El tercero, Eliseo, era al que le gustaba tocar el piano y detestaba las cacerías y la guerra.

Seguía Celestina, que gustaba de las modas y tener varias damas de la corte que le sirvieran y entretuvieran.

Ernestina, la quinta en sucesión, gustaba de leer novelas, era muy sensible y siempre andaba llorando por los rincones.

Y al sexto hijo, Juliano, le importaba muy poco eso de ser príncipe, prefería jugar a las cartas y coquetear con las jóvenes de la corte y aun con las campesinas.

Y como si todo esto fuera poco, el rey se desentendía de lo concerniente a la educación de sus hijos e hijas, pues consideraba que para eso estaba la madre, ya que él tenía que atender todos los asuntos de estado y las guerras con los reinos vecinos.

Así que Aquilina estaba harta, deseando tomarse unas vacaciones. FIN

 

Asumi - 2023




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