jueves, 5 de octubre de 2023

 

Fabula

 

Un canario

El canario vivía encerrado en su jaula. Cantaba y cantaba añorando poder volar. Todos a su alrededor creían que era feliz.

El perro pensaba y se decía: ”No tiene que llamar a los dueños cuando se oye un ruido extraño, ni procurarse la comida. Tiene todo servido sin hacer una sola gracia”.

“Bueno pero canta”, acotaron los pececitos de colores que no tenían paz ni sosiego, siempre de aquí para allá, quizás en una búsqueda irracional de un horizonte más amplio que la pecera, que ellos creían que era un inmenso mar.

¿Cómo serán los bosques? Pensaba el canario y trinaba aún más fuerte como si con su gesta cantante pudiera atraer los bosques hacia él. “¿Qué habrá allí entre los árboles?” Interpelaba el pajarito, más nadie entendía el lenguaje canaril y no había respuesta.

“¡Qué pena y qué tristeza! -pensaba la cotorrita azulada- se desvive gritando y no logra articular una palabra! -y la cotorra gritaba- hola soy Moni”, a ver si el canario lograba decir algo, pero no, no había caso. No hablaba. Ese compadre emplumado y amarillo no era como ella. No articulaba palabra.

“Quisiera ver los árboles y sentir el viento alborotando mis plumas” -gritaba Don Canario. Los dueños de la casa felices, no sabían de dónde había salido este pajarito, pero amaban su canto

No quería ser pesimista ni triste, porque le saldría un falsete. Pero seguía añorando huir de la jaula y a saltitos pequeños se acercaba a la puerta y la picoteaba hasta quedar sin fuerzas. Tomaba agua, volvía al canto y al picoteo.

Así pasaba sus días aquel pajarito. “NO PROHIBIRME” era su lema, buscar la medida para ser protagonista de su libertad. ¿Era optimista? Tampoco. Era así.

 

Clara Molina - 2023



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