prejuicios
No es lo que
pensaba
La tibieza del sol, de esa tarde de primavera, me invitaba a
salir. Me di un largo paseo por el pequeño parque, cerca de mi casa, que estaba
rebosante de flores y embriagadores aromas.
Mientras disfrutaba del entorno, viendo a las palomas comer
los restos de mi merienda, un señor de aspecto extraño y de caminar lento,
llamó mi atención.
Era un hombre de unos setenta años de aspecto triste, alto y
muy delgado. Vestía un sobretodo oscuro, raído, demasiado grande, como i no le
hubiese pertenecido. Su afilado rostro macilento estaba enmarcado por un
cabello largo, entrecano, lacio y descuidado.
Su boca de labios delgados que desaparecían en un rictus de
inexplicable expresión, endurecían aún más sus rasgos acompañando a su mirada
adusta y ausente.
Más llamativo aún fue, que llevaba de la mano, de cada lado,
a dos pequeñas niñas de resaltante belleza. Eran gemelas que no tendrían más de
cuatro o cinco años de edad. Las dos caminaban en silencio y muy serias. No
había alegría ni sonrisas en sus rostros.
Solo observaban mientras escuchaban atentamente al
misterioso personaje cuando hablaba.
Mientras mi intriga crecía, una señora vecina mía, me pidió
permiso para sentarse en mi banco, puesto que no quedaba ninguno libre.
Mi cabeza daba vueltas con mil preguntas y pensando en voz
alta, salió de mi boca decir: - Que
sospechoso parece ese hombre ¿Que estará haciendo con esas niñas, que no
parecen muy familiarizadas con él? No me gusta nada de lo que veo. Siento un fuerte
resquemor-
Y le pregunté a mi vecina, que me observaba con curiosidad -¿No le parece raro? ¿No le inspira
desconfianza? ¿Y si fuera un secuestro?¿Y si le avisamos a alguna autoridad?-
Mi vecina esbozó una sonrisa, casi una risita socarrona.- ¡Que Imaginación que tiene, querida vecina!-
exclamó. –¡Se hizo toda una película de
misterio en su cabeza!- Y continuó – Anita
y Mora, las gemelas, son las hijas de una amiga. Y el hombre es su abuelo, cuya
historia te contaré. Tiene una historia dolorosa, de muchos años de
sufrimiento. Hace solo unos meses que lo liberaron, después de haber estado
prisionero por más de doce años, secuestrado por la guerrilla. Sus familiares
no creyeron que podrían volverlo a ver con vida. Ahora, rodeado por afecto de
su hija y familiares está tratando de superar el trauma, de a poco. Crear lazos
con sus preciosas nietas para aprender a ser el abuelo que ellas necesitan y
recuperar la alegría.
¡Cómo me equivoqué! No era lo que pensaba.
Nela Bodoc -
2023
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