¿Por qué
escribir?
El idioma escrito lo aprendimos cuando éramos niños, por lo
tanto sabemos escribir. Ya tenemos un gran trayecto recorrido.
La idea es que practiquemos, para ello nos proponemos
incursionar en la anécdota, el caso, el chiste, la leyenda, la poesía, el
dialogo, el ensayo, la fábula, el cuento, la biografía, el resumen, la evaluación,
y más.
Es un interesante desafío. Esta ejercitación nos ayuda a
encontrar nuestro estilo, descubrir preferencias, crear personajes, hurgar en
nuestra memoria, desbloquear sentimientos, permitir que las emociones afloren,
conocer un poco más la esencia humana, para lo que contaremos con la ayuda de
nuestros personajes.
Poder transmitir una idea con suficiente claridad, requiere
de una práctica metódica, investigación, algo de esfuerzo y cariño por el tema.
Se necesita ordenar las ideas, priorizar los términos, buscar en la memoria,
verificar datos si fuera necesario, comprobar ortografía y gramática, y esto
pone en movimiento nuestra maquinaria interna.
No siempre podemos escribir sobre lo que no conocemos, por lo
que un recuerdo, una anécdota familiar, el trozo de una conversación o ver un bello
paisaje pueden ser disparadores para una buena historia.
Podemos crear situaciones partiendo de lo conocido, y lanzarnos
a lo desconocido ¿Qué otra cosa es la ficción, o la ciencia ficción? Y encarnar
a un personaje de sexo opuesto al nuestro, o imaginar un ser de otro planeta…
todo se puede si se cultiva la creatividad.
Escribir nos permite ponernos en la piel de otro. ¿Cómo
siente un místico? ¿Cómo siente la mamá de un condenado? ¿Cómo siente una novia
frente al altar? ¿Y un niño pobre frente a la vidriera de una juguetería?
El cuento tiene un narrador. Esto nos da la posibilidad de
proyectar en él o en el personaje todo lo que se nos cruce por la cabeza:
recuerdos, mandatos, enojos, aspectos “tapados” de la personalidad, prejuicios,
etcétera. Escribirlos nos permite dejar aflorar estos sentimientos, o sea: reconocerlos.
Utilizamos apuntes breves acerca de las modalidades que
proponemos y de gramática. La descripción más amplia se puede encontrar en
sitios como internet, libros escolares o textos especializados.
Aprendemos a contextualizar: A quién va dirigido, si es un ensayo,
una novela o un cuento, qué edad tienen los personajes, en qué contexto se
desarrolla la idea y en qué tiempo está situado.
No necesitamos dar explicaciones de lo que hemos escrito. Un texto puede tener un significado para quien lo escribe y otro muy diferente que para quien lo lee, y esto es lo bello de escribir y de leer.
Lo que escribimos ya no nos pertenece, le pertenece al lector;
se puede trasladar a otro tiempo y a otro espacio.
Taller Lápiz Creativo
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