Fábula
Una absurda discusión
Comenzaron
las clases en la escuela de un pequeño pueblo del interior. A los pocos días
del inicio del ciclo lectivo se armó una discusión entre dos equipos, era cuál
de los dos resultaba más útil, más popular entre el alumnado y los maestros.
Un equipo
estaba formado por el pizarrón y la tiza. El otro equipo lo componían el
cuaderno y la lapicera.
-¡Te das
cuenta de lo engreídos que son!- le dijo la lapicera al cuaderno, moviéndose
nerviosamente.
-¡Tranquila,
no te muevas tanto que me puedes salpicar con la tinta! Advirtiéndole a su
compañera, orgulloso de la inmaculada blancura de sus hojas. -Hay que hacerles
ver a esos ignorantes que cada niño, en el aula, trae su cuaderno y su
lapicera. Y que no podrían hacer la tarea sin nosotros- agregó.
-Claro,
somos esenciales, no solo en el aula, también somos imprescindibles en sus
hogares -dijo la lapicera, muy convencida -Tienen que ser muy obtusos para no
reconocer nuestros argumentos.
- Tranquila,
tranquila. Tenemos todas las de ganar-
En ese
momento entró el profesor y le pidió a los alumnos que hicieran silencio.
Comenzó a explicarles el tema del día que era sobre las ecuaciones y su
complejidad. Tomó la blanca tiza, sin estrenar aún, y comenzó a escribir sobre
el impecable pizarrón.
Este equipo
no cabía en sí de orgullosos que estaban -¿Te das cuenta?- dijo la tiza-¿Lo
importante que somos? ¿Cómo podría, el profesor, explicarles sin nuestra ayuda?
¿Cómo podrían los estudiantes leer al mismo tiempo lo escrito?-
Cuando los
alumnos terminaron de copiar, el docente tomó el borrador y sin apuro, pero con
energía, borró toda la lección.
-¿Ven que no
son los únicos elementos útiles en esta aula?- dijo el borrador a la pareja de
engreídos - Miren que la tecnología avanza a pasos agigantados. De un día para
el otro, ustedes dos podrían convertirse
en objetos inservibles y desaparecer. Y yo también…-agregó pensativo.
En el otro
equipo, que habían observado toda la escena y que habían escuchado el diálogo, se
miraron entre sí, con cara de preocupación. Habían comprendido, cayeron en la
cuenta que, el equipo adversario también tenía argumentos sólidos, para la
discusión y ya no se sentían tan seguros de ganar la contienda. Reconocieron
que el pizarrón y la tiza eran, casi, tan necesarios como ellos.
-¿Sabes
qué?- le dijo la lapicera al cuaderno- Lo que dijo el borrador me ha dejado pensando-
-Sí, a mí
también- ya menos jactancioso agregó el cuaderno- ¿Y si, también nosotros, fuéramos
reemplazados por la tecnología?
Finalmente,
los dos equipos se reunieron, aceptándolas respectivas cualidades y su utilidad
y decidieron llevarse bien, de aquí en adelante, esperando que el futuro no
llegue tan pronto al aula.
Nela Bodoc – 2024
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