viernes, 9 de agosto de 2024

 



SUEÑOS PERDIDOS

 

            ¡Tengo tanto miedo! Miedo de no volver a bailar, miedo de no volver a caminar, y mucho, muchísimo miedo de que se borre de mi memoria aquella noche gloriosa en que toqué las estrellas con la manos, en que me sentí como un colibrí suspendida en el aire libando el néctar sagrado de las flores del triunfo tras tantos años de estudio, de práctica y de competencia.

            Superé tantos obstáculos ¡Pero tantos! que visto desde aquí parece imposible que lo haya logrado. Pero lo logré, llegué a ser Odette, a la que un maleficio había convertido en un cisne y el amor verdadero, el amor  del Príncipe Sigfrido le devolvió la normalidad.

            ¡Oh! Desearía  que eso sea lo que me está pasando, que una bruja maldita haya volcado sobre mí sus malas artes, y que la llegada de un príncipe pueda sacarme de esta oscura noche de espanto.

            Pero no, estoy aquí, sentada para siempre en ésta silla, sin siquiera sentir dolor en las horribles suturas que hay en mis piernas.  Sólo me queda el nebuloso recuerdo de la tragedia que me esperaba a la salida del restaurante al que habíamos ido a festejar después del rotundo éxito de nuestra noche de estreno, cuando el Colón, con un lleno completo vibraba bajo la más bella melodía que puede escuchar un artista, la de cientos de manos entrechocándose en ese abrazo a distancia que significa el aplauso, por el que hemos puesto horas y horas de vida y esfuerzo. Y en ese nebuloso recuerdo está la sonrisa de Baltasar, mi novio de toda la vida, conduciendo su auto, su primer auto,  transmitiéndome con su mirada y con el suave apretón de su mano sobre la mía la felicidad que sentía por mi triunfo. Y  vuelven a brillar las luces amenazantes que se arrojaban sobre nosotros como mitológicas bestias desbocadas mientras la bocina  gritaba angustiada advirtiéndonos su presencia, y el encuentro inevitable con sus fauces, a las que les entregamos la vida de Baltasar, mi movilidad y mis deseos de vivir.

            Todos los que me quieren me invitan a que atesore lo ganado, que millones y millones de personas no podrán tener ni un minuto de triunfo del que yo tuve esa noche gloriosa, y que luche hasta vencer esta inmovilidad para que pueda ser ejemplo para otros. Y aquello que nadie se atreve a mencionar en mi presencia  pero que estará en mi corazón eternamente será mi más preciado tesoro: el amor de Baltasar y nuestra felicidad de aquella noche.   

                                                                      

Ami



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