SUEÑOS PERDIDOS
¡Tengo
tanto miedo! Miedo de no volver a bailar, miedo de no volver a caminar, y
mucho, muchísimo miedo de que se borre de mi memoria aquella noche gloriosa en
que toqué las estrellas con la manos, en que me sentí como un colibrí
suspendida en el aire libando el néctar sagrado de las flores del triunfo tras
tantos años de estudio, de práctica y de competencia.
Superé
tantos obstáculos ¡Pero tantos! que visto desde aquí parece imposible que lo
haya logrado. Pero lo logré, llegué a ser Odette, a la que un maleficio había
convertido en un cisne y el amor verdadero, el amor del Príncipe Sigfrido le devolvió la
normalidad.
¡Oh!
Desearía que eso sea lo que me está
pasando, que una bruja maldita haya volcado sobre mí sus malas artes, y que la
llegada de un príncipe pueda sacarme de esta oscura noche de espanto.
Pero
no, estoy aquí, sentada para siempre en ésta silla, sin siquiera sentir dolor
en las horribles suturas que hay en mis piernas. Sólo me queda el nebuloso recuerdo de la
tragedia que me esperaba a la salida del restaurante al que habíamos ido a
festejar después del rotundo éxito de nuestra noche de estreno, cuando el
Colón, con un lleno completo vibraba bajo la más bella melodía que puede
escuchar un artista, la de cientos de manos entrechocándose en ese abrazo a
distancia que significa el aplauso, por el que hemos puesto horas y horas de
vida y esfuerzo. Y en ese nebuloso recuerdo está la sonrisa de Baltasar, mi
novio de toda la vida, conduciendo su auto, su primer auto, transmitiéndome con su mirada y con el suave
apretón de su mano sobre la mía la felicidad que sentía por mi triunfo. Y vuelven a brillar las luces amenazantes que
se arrojaban sobre nosotros como mitológicas bestias desbocadas mientras la
bocina gritaba angustiada advirtiéndonos
su presencia, y el encuentro inevitable con sus fauces, a las que les
entregamos la vida de Baltasar, mi movilidad y mis deseos de vivir.
Todos
los que me quieren me invitan a que atesore lo ganado, que millones y millones
de personas no podrán tener ni un minuto de triunfo del que yo tuve esa noche
gloriosa, y que luche hasta vencer esta inmovilidad para que pueda ser ejemplo
para otros. Y aquello que nadie se atreve a mencionar en mi presencia pero que estará en mi corazón eternamente
será mi más preciado tesoro: el amor de Baltasar y nuestra felicidad de aquella
noche.
Ami
No hay comentarios:
Publicar un comentario