Cuento
Adita Sueño.
Hubo un día un lugar
pequeño en este mundo redondo, donde vivía mucha gente. En una época del año
todas las personas hacían achís, achís, achís. Gastaban muchos pañuelitos que
andaban por el aire como mariposas blancas. La nariz se les ponía muy grande y
colorada, que parecía una zanahoria recién cortada.
Hacían muecas con sus
caras, guiñaban un ojo, sacaban la lengua, se rascaban enfurecidos sobre la
nariz y ¡esto a Fili le causaba mucha gracia! Pero un día él se cansó porque
nadie podía salir a jugar con él. Había que buscar una solución...
Pensó: “Mi amiguita Adita Sueños” Salió entusiasmado y dispuesto por el bosque
entre arbustos, hierbas y pajaritos. Pero como Adita Sueño que ya lo
conocía y todo lo sabía de él salió a su encuentro.
Después de saludarla, con
tono de angustia le contó quejumbroso: Adita
Sueño, nadie sale a jugar conmigo, todos se pasan haciendo achís, achís y achís
– dijo el niño.
Tranquilo Filli, yo te voy a ayudar, pongamos manos
a la obra –Contestó el hada- Juntaremos
flores de todos los colores y perfumadas hierbas que sanan los corazoncitos, y
manzanilla no tiene que faltar. Haremos
un jarabe que le pondremos "Luz del Amor".
¿Y cómo es eso? no lo entiendo -dijo Fili rascando su pequeña cabecita-
Todo lo que juntemos con el agüita muy clarita
y pura del manantial más, las mieles que nuestras queridas abejitas nos
regalan, haremos un nidito, lo pondremos en la tierra fresca y con los
rayos del sol, haremos una ronda cantando y bailando con los pies descalzos...¿te
parece Filli? – preguntó
la pequeña hada.
¡Sí Adita Sueño! ¡Qué felicidad! –aplaudió Filli.
Solo le tienes que decir a tus amigos que yo pasaré
por la noche con mi varita mágica y de ella saldrán una gotitas de Luz de Amor
– aconsejó Adita.
Fili salió por las calles
contento, gritando que ya tenía la solución.
Con desconfianza las
personas se miraban, no entendían, pero ante la duda no tenían nada que perder,
ya que seguir con el achís, achís, achís era peor. Esa noche el cielo
estaba limpio, azul y muy brillante. Y a las estrellas con una
escalera pequeña las podía agarrar con sus tiernecitas manos.
Adita Sueño le hacía
compañía, le colocó su mano en el hombro diminuto y se quedó dormido. Entre
sueños, a lo lejos se escuchaban risas, conversaciones y mucha alegría... los
achís, achís, achís habían desaparecido. Los pañuelitos se juntaron haciendo
una pelota muy grande y se las llevó muy lejos el viento.
“Yo, Fili, muy feliz me puse a jugar... y
siempre recuerdo a mi Adita Sueño".
Ana Lucila - 2024
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