martes, 28 de abril de 2020


LAS CUATRO ORUGAS SE CONVIRTIERON EN HERMOSAS MARIPOSAS.

 Después de algunos años que parecían pocos, comencé a notar que al árbol frondoso donde reposé mi alma por mucho tiempo, comenzó a deshojarse. Fue llamativo, causó asombro y temor a la vez en mi corazón.

¿Qué le falta? ¿Acaso será agua o será abono?

 Fui cavando muy suavemente como acariciando la tierra para saber el porqué de las hojas caídas, pensé que sus raíces estaban enfermas. Minuciosamente, en retrospectiva, revisé la savia que lo alimentaba, cada nudo en su tronco, cicatrices en cada rama por la poda en luna menguante.

 No entendí, todo funciona en él armónicamente con el movimiento de la naturaleza.

 De pronto percibo desde lo más profundo de él: “¡Por qué no te has dado cuenta, mujer de Dios! ¡No estoy enfermo! No me estoy secando, simplemente estoy cambiando mi traje porque ya el que tenía me quedaba chico, me estoy desnudando porque quiero estrenar otro traje más colorido, más amplio, Mis ramas serán más fuertes, se extenderán tanto que darán sombra y cobijo a muchas especies,  mis hojas limpias y brillantes, las flores y los frutos  darán más vida.”

“No te asustes mujer... la esencia está intacta, la naturaleza siempre transforma para mejor. El apego sólo es una venda que no te deja ver que las orugas ahora son mariposas y el árbol sólo está cambiando el follaje. No te asustes mujer, Dios siempre dice presente en cada transformación natural.” 

                                                                                                                                                                                                      Luisa Rodríguez                                       

1 comentario:

  Reflexión     Los seres que aman derriban barreras, acercan, escalan montañas. Los seres que odian separan, levantan murallas, no ...