sábado, 25 de abril de 2020


   EL    CUENTO    DEL    GALLO    PELADO      

            Había una vez un gallinero donde nacieron muchos pollitos. Todos eran muy hermosos, como pompones de seda amarilla, pero había un pollito que tenía las plumas grises y el cuello y la cabeza sin una sola pluma. Además de pelado, tenía los ojos saltones y las uñas largas y filosas.

            Su aspecto era tan feo que su mamá gallina se avergonzaba de él, y sus movimientos eran tan torpes que ningún pollito quería jugar con él.

            Todos los pollos crecieron, los pollitos se hicieron gallos de bellos plumajes rojos y dorados, y las pollitas se convirtieron en gallinas elegantes y coquetas, pero el pollo pelado pasó a llamarse el Gallo Pelado, pues parecía torpe y desgarbado, con su plumaje negro y su bufanda blanca. Todos en el gallinero se alejaban de él, por lo que se acostumbró a andar solo.

            Un día, todos se paseaban por el gallinero, cuando uno de los gallos jóvenes dio la voz de alarma: “Un gavilán, un gavilán, corramos a escondernos”, y todos corrieron a esconderse bajo la parte techada del gallinero, bueno, no todos, uno se quedó afuera ¿Quién fue? Pues el Gallo pelado.

            El gavilán se posó en el piso y se dijo: “He visto muchas gallinas, seguro que se  escondieron, pero no saben que iré a buscarlas…”, pero en ese momento, una voz áspera se dejó oír: “Más vale que te vayas ya mismo sin tocar ni una pluma de pollo o gallina, o te picaré la cresta hasta que te salga sangre…”. El gavilán creyó que le hacían un chiste y preguntó; “¿Quién me lo va a impedir?”; “Yo, el Gallo Pelado”, y apareció frente al gavilán.

            Cuando el gavilán lo vio, comprendió que era mucho, pero mucho más grande que él, así que solo le quedaba una cosa por hacer; obedecer. Pero aun así lo intentó una vez más diciendo: “Ni te acerques, porque echaré a volar y quedarás en tierra como un perdedor”. Y el Gallo pelado le contestó: “Hasta el cielo mismo te perseguiré” y extendió sus largas alas. El gavilán emprendió el vuelo y el Gallo Pelado, que no era gallo sino cóndor, lo persiguió hasta que se alejó muchísimo del gallinero.

            Desde entonces visita de vez en cuando el gallinero que alguna vez fue su casa y es muy bienvenido y querido por todos los pollos y gallinas que permanecen allí, sin poder volar. FIN


                                                                                  Asunción Ibáñez

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