lunes, 1 de junio de 2020

 Dos vecinas confidentes

La señora Pichona entra al negocio de quiniela que atiende la señora Juana.

¡Hola! ¿Cómo está, Pichona?

Y mire,  ¡Con este frío!

Bueno –dijo Juana-  por lo menos salió un ratito de la casa. Y agregó: -¿Quiere que le controle las boletas, y se las repita?

Usted sabe, mi hermana se enojó porque no voy a visitarla  -Comentó Pichona como si no la hubiera escuchado.

Dígame Pichona, ¿Le repito las boletas? - insistió Juana

Y ayer fui al médico, ¡Me salvé de la mochila de oxigeno! –agregó indiferente a la pregunta de su amiga.

Mire, Pichona,  ya le repetí  todo igual. –agregó la comerciante

 Y Pichona continuó sin preocuparse por lo que le decía su amiga: -Entonces me hicieron unas pruebas de esfuerzo.

Pichona, acá tiene un premio chico de siete pesos.

Bueno señora, está bien, ¿Cuánto le debo?

Son doce pesos, Pichona.

Y Pichona siguió con su monólogo -Mi hijo se enoja porque salgo y porque gasto. ¡Y él es tan bueno! Gracias a Dios se fue la esposa de la casa, ¡no sabe, señora, lo que era esa mujer! Los tenía locos a mi hijo y a mi nieto. Yo ahora les hago la comida a los dos, antes no, me la pasaba en mi pieza y eso que la casa es mía. Usted no sabe todo lo que he pasado con ella, pero ya estoy más tranquila, y mi nieto también, ¡Pobrecito! ¡Es tan bueno!

JANET - 2013


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