viernes, 24 de julio de 2020




EL AMOR DE LOS QUE YA NO ESTÁN

         Salí de mi casa ya cansada, un poco despistada porque esa no había sido una mañana muy tranquila: Vino el cartero con las boletas, el sodero, llamaron de telefónica y no sé cuántas cosas más.

         De pronto oigo un ruidito extraño, algo que zumbaba débilmente en mi oreja. Les aseguro que me asusté, con la mano traté de alejar lo que, según yo, sería una abeja.

         Entonces lo descubrí. Muy tímidamente un colibrí que parecía estar hablándome.

         Me llamó la atención su hermoso color verde. Cuando me di cuenta lo tenía en mi mano, estaba ahí, posado, y me miraba fijamente. Y en sus ojos vi los de mi madre, los de mi padre, y de algunos de mis ancestros.

         ¿Cómo terminó mi día? El día que nunca voy a olvidar, porque la paz y el amor que me transmitió aquel pajarito me confirmaron que no estaba sola, pase lo que pase, hasta que los vuelva a encontrar.

         Desde ese día, cada vez que puedo, le cuento a quien me quiera escuchar que yo vi el amor de mi gente querida con forma de picaflor.

   Susana Rodríguez - 2018


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