viernes, 21 de agosto de 2020

 


                                                            Luis al cuadrado 

 

En una oficina ordinaria, un joven entusiasta conversa con un señor que ha tomado su lugar frente a la computadora.

–Todavía no lo entiendo, ¿Cómo llego a ser vos?

–No sé

–Quiero decir, ¿en qué momento me desvío de lo que soy y llego a eso?, sin ofender…

– ¡No, no! No te preocupes

– ¡Ves! ¡A eso me refiero! Te dije algo feo y no reaccionás.

–Ajá

El joven suspira.

– ¡Mmm!... ¿Te falta mucho?

–Si

– ¡UGH! –tamborilea los dedos en la mesa, inquieto.

El señor lo mira y mira la mano.

–Perdón, perdón. Y… decime, Luis… ¿Te puedo decir con mi nombre, o en el futuro lo cambio? Siempre me ha gustado Agustín pero…

–Decime Luis–interrumpe el señor.

–Bueno, Luis. ¡Ay! ¡Qué raro se siente! Emm… ¿Cómo está Mariana?

Luis mayor corre la vista de la computadora y la fija en el piso.

– ¿Se murió?

–No. Se fue.

–Uh…

Se produce un silencio.

– ¿Cuánto le falta Don Luis? Mire que tengo que seguir trabajando ¿Le molesta “Don” Luis? Siempre quise saber cómo sonaba.

Me falta nomás. Decime Luis.

Luis joven se acerca a la computadora para ver qué es lo que está haciendo.

– ¿Necesita ayuda, Luis? ¿Ya no sabe usar la computadora?

–Ya no hay computadoras.

–Uh…Eh… ¿Qué busca?

–La foto de la playa. Esa que salimos con la mami.

–Déjeme que se la busco rapidito. Que si mi jefe se entera que no estoy trabajando y que estoy hablando conmigo mismo ¡JA! ¡De patitas a la calle!

Luis mayor se levanta de la silla, y Luis joven se sienta y comienza a buscar.

–Acá está. ¡Qué chiquito que estábamos! ¡Qué feliz la mami! ¿Quiere que se la mande por mail? –antes de que el otro conteste agrega: –Cierto. No más computadoras, se la imprimo –. Manda la instrucción y la impresión comienza.

–Gracias

–No hay de qué. Y cuénteme ¿Cómo ha llegado acá?

–Es confidencial

–Ah… ¿cosa del gobierno?

–No.

La impresora escupe la foto impresa. Luis joven se la pasa a Luis mayor.

–Bueno. Adiós.

– ¡No! ¡Pare Luis! ¿No me quiere decir algo, ya sabe, de lo que va a pasar? ¡No, no, no! ¡No me diga nada! Que si no, me voy a pasar la vida esperando a que pase y si es que no sucede, me voy a poner triste.

Luis mayor sonríe.

No insiste, al contrario de como el Luis mayor a él no lo hizo. Lo deja ser y se va.

–Chau, Luis. Suerte–dice antes de salir del cuarto.

                                                                                                                                                                                                                                            Carolina Solsona - 2018

           

 

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