Luis al cuadrado
En una oficina
ordinaria, un joven entusiasta conversa con un señor que ha tomado su lugar
frente a la computadora.
–Todavía no lo
entiendo, ¿Cómo llego a ser vos?
–No sé
–Quiero decir, ¿en qué
momento me desvío de lo que soy y llego a eso?, sin ofender…
– ¡No, no! No te preocupes
– ¡Ves! ¡A eso me
refiero! Te dije algo feo y no reaccionás.
–Ajá
El joven suspira.
– ¡Mmm!... ¿Te falta
mucho?
–Si
– ¡UGH! –tamborilea los
dedos en la mesa, inquieto.
El señor lo mira y mira
la mano.
–Perdón, perdón. Y…
decime, Luis… ¿Te puedo decir con mi nombre, o en el futuro lo cambio? Siempre
me ha gustado Agustín pero…
–Decime Luis–interrumpe el señor.
–Bueno, Luis. ¡Ay! ¡Qué
raro se siente! Emm… ¿Cómo está Mariana?
Luis mayor corre la vista
de la computadora y la fija en el piso.
– ¿Se murió?
–No. Se fue.
–Uh…
Se produce un silencio.
– ¿Cuánto le falta Don
Luis? Mire que tengo que seguir trabajando ¿Le molesta “Don” Luis? Siempre
quise saber cómo sonaba.
–Me falta nomás. Decime Luis.
Luis joven se acerca a
la computadora para ver qué es lo que está haciendo.
– ¿Necesita ayuda,
Luis? ¿Ya no sabe usar la computadora?
–Ya no hay computadoras.
–Uh…Eh… ¿Qué busca?
–La foto de la playa. Esa que salimos con la mami.
–Déjeme que se la busco
rapidito. Que si mi jefe se entera que no estoy trabajando y que estoy hablando
conmigo mismo ¡JA! ¡De patitas a la calle!
Luis mayor se levanta
de la silla, y Luis joven se sienta y comienza a buscar.
–Acá está. ¡Qué
chiquito que estábamos! ¡Qué feliz la mami! ¿Quiere que se la mande por mail?
–antes de que el otro conteste agrega: –Cierto. No más computadoras, se la
imprimo –. Manda la instrucción y la impresión comienza.
–Gracias
–No hay de qué. Y
cuénteme ¿Cómo ha llegado acá?
–Es confidencial
–Ah… ¿cosa del
gobierno?
–No.
La impresora escupe la
foto impresa. Luis joven se la pasa a Luis mayor.
–Bueno. Adiós.
– ¡No! ¡Pare Luis! ¿No
me quiere decir algo, ya sabe, de lo que va a pasar? ¡No, no, no! ¡No me diga
nada! Que si no, me voy a pasar la vida esperando a que pase y si es que no
sucede, me voy a poner triste.
Luis mayor sonríe.
No insiste, al
contrario de como el Luis mayor a él no lo hizo. Lo deja ser y se va.
–Chau, Luis. Suerte–dice antes de salir del
cuarto.
Carolina
Solsona - 2018
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