Recuerdos
Caminé ayer por una calle
enripiada de Maipú, en mi Mendoza natal.
Y la caminata me llevó a la infancia. Olores, paisajes…Nada ha cambiado.
Ha pasado el tiempo: mucho, poco. No
lo sé.
Esa calle me llevó a aquél tiempo
cuando llegaba con mi bolsito pequeño, con la ropa necesaria como para un
verano, a pasar mis vacaciones en esa casa de finca de Jesús Nazareno. Humilde,
cálida, llena de amor. Para mí el mejor lugar.
Era la casa de mis tíos padrinos, yo
viajaba desde San Rafael en colectivo o en camión, de alguna manera llegaba.
La aventura comenzaba temprano.
Era desayunar e irnos a cazar palomas
entre los olivos. Y las escapadas en la siesta para bañarnos en la acequia,
nuestro balneario.
La aventura de la caminata hasta el
negocio más cercano, a tres kilómetros. Sin tiempo, sin apuro. Un juego más.
Todo eso en compañía de mi primo, “el Paco”, con quien tuve una relación de
hermano.
Y así pasaban los días, dos meses a
veces…justo cuando te empezaba a extrañar llegabas vos, mamá, y corría a abrazarte,
para tenerte como siempre a mi lado, cada vez que te necesité. Como ahora, como
en este instante.
Ahora no voy de vacaciones solo;
siempre te llevo conmigo, aunque ya no estés.
¡Te amo mami!
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