Sutil
Una mañana se levantó y
se dio cuenta que era invisible, de su boca no salía ningún sonido, se sacó el
pijama y quedó desnudo.
Se dirigió hacia la
puerta y salió traspasándola sin dificultad, veía sin ver, podía escuchar todo.
Caminó por las calles y
los transeúntes lo atravesaban de un lado al otro sin más.
Poco a poco se fue
diluyendo en el aire y en los cuerpos de todos los que por él pasaban y se llevaban en su piel un poquito de su esencia.
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