EL PERDÓN
Estaba finalizando la clase de yoga y había comenzado la relajación final. La voz de la profesora se escuchaba desde lejos hablando acerca de pensar en los músculos y relajarlos, en nuestros huesos y agradecerles por su permanente trabajo desinteresado, luego dijo que pensáramos en nuestros órganos y cada una de sus funciones, y agregó: “Enviemosles pensamientos de gratitud para que sepan que les acompañamos y agradecemos; pensemos en nuestros sentimientos y fijemos nuestra atención en quien nos hizo daño y perdonémoslo…”
Ahí mi mente vio nítidamente, en una nítida imagen creada, a corta distancia detrás de mí, a un ángulo de treinta grados, el rostro arratonado de quien, según considero, me provocó intencionalmente mucho dolor. Escuchaba la voz invitándome al perdón, y tomando mi mano derecha con la izquierda para tener mayor fuerza, elevé el codo derecho aplicándole un fuerte golpe en plena nariz. ¿Quién dijo que el perdón debe ser pasivo?
Y me sentí liberada.
AMI
Me ha parecido un lindo relato; me ha gustado por su final inesperado.
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