OBSERVADORA
IMPARCIAL
En ocasión de presentarse en Mendoza el cantante
internacional Luis Miguel, participé de un concurso de preguntas de una emisora
radial y gané dos entradas para verlo en vivo y un gran poster de color. A
decir verdad había participado con la esperanza de ganar el segundo premio que
consistía en un CD y un poster, pero obtuve el seguramente ansiado por muchas
personas primer premio.
Fui al concierto con mi hermana Vivi que era muy fanática
desde su adolescencia; había mucha concurrencia de público, femenino en su gran
mayoría. Apenas se presentó en el escenario las niñas y no tan niñas comenzaron
a gritar tan fuerte que no se oía lo que decía el artista. Comenzó a cantar
pero las féminas fanáticas cantaban más fuerte que él, que sonriendo ponía el
micrófono hacia el público y movía la cabeza al ritmo de las canciones. Esto me
molestó y me repetía mentalmente: “Cómo no obtuve el CD, lo hubiese escuchado en casa,
tranquila, y las veces que quisiera”. Yo quería disfrutar el espectáculo, oírlo
cantar, pero sus fanáticas me lo impidieron.
El premio incluía poder verlo detrás de bambalinas y
obtener su autógrafo al finalizar el recital, pero me encontraba tan molesta
que le dije a mi hermana que nos retiráramos antes de que terminara la función.
Ella insistía en que aprovecháramos la posibilidad de verlo de cerca y nos
diera su autógrafo, pero la persuadí aduciendo que no podríamos llegar hasta el
lugar indicado con la cantidad de fanáticas que había y que peligrábamos de ser
empujadas y hasta pisadas por ellas, y como buena hermana menor obedeció y nos
retiramos bastante desencantadas, preguntándonos si esas señoras y señoritas
pagaban una entrada para oírse cantar ellas mismas…
Nélida
- 2013
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