En la granja de los abuelos
Nos fuimos a
pasar unos días a la granja de mis padres, los niños estaban felices de volver
a casa de sus abuelos y de jugar libremente por el campo. María y Pedro se
despidieron de su papá que se quedaría trabajando en la ciudad.
Después de
viajar varios kilómetros llegamos y ahí estaban ellos, ilusionados con nuestra
visita. Abrazos, besos, risas. Es que los abuelos son todo amor, hasta Cachito,
el perrito regalón demostraba su cariño y alegría al vernos bajar del coche, moviendo
su cola y saltando.
Mi madre nos
esperaba con la mesa preparada para tomar la merienda, había horneado una tarta
de frutas para la ocasión, la que devoramos con avidez, después mi padre y los
niños se fueron a encerrar las aves, antes que empezara a oscurecer.
¡Cómo
disfrutaban mis hijos cada vez que íbamos! Se olvidaban del televisor, del
teléfono, de los jueguitos en la computadora y eso me hacía sentir muy bien. Mamá
y yo nos quedamos charlando, me contó que tenían problemas con un zorrito mal
educado que por las noches quería entrar al corral donde dormían las gallinas y
los patos con sus hijitos, varias veces tuvieron que levantarse al sentir los
gritos de las aves asustadas por el intruso.
La gallina más
viejita escondía bajo sus alas a todos los pequeños, patitos y pollitos; pero
una noche cuando los protegía se dio cuenta que le faltaba el mas chiquitín,
que era muy travieso y se llamaba Jazmín. Armó tal alboroto que el zorro, que
se llamaba Tantor, salió corriendo despavorido, la gallina vieja llamaba a
Jazmín: ¡clo clo clo, clo clo! -¡Esa noche, fue de terror!- decía mamá muy
triste. – Ay mamá, cuánto lo siento, ¿qué podemos hacer? - le dije preocupada -¿Qué
pasó con el pollito Jazmín? Le pregunté pensando que tal vez Tantor se lo
habría llevado.
En ese
momento entraron los niños con mi padre, María traía entre sus manitos un
pequeño pollito amarillo como el sol - ¡Mamá, mamá! Mira lo que me regaló el
abuelo, es mío y lo llevaré a casa- Me quedé muda, ¿cómo podríamos cuidar a ese
bebé? Pensé – Pero su mamá lo extrañará si lo llevamos con nosotros- le dije.
Pedro, que
escuchaba en silencio, de pronto dijo: -Madre, Jazmín ya no vive con su mamá y
está acostumbrado a estar sin ella, porque desde que el zorro quiso llevárselo
vive en la casa con el abuelo, así que no será difícil que se adapte a nuestro
departamento en la ciudad-
Y así fue que
Jazmín llegó a nuestras vidas, hace varios meses que comparte todo con la
familia, ahora es un gallito cantor que vive en el quinto piso y que una vez al
mes viaja a la granja de visita.
Ana
María Muñoz 2021
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