El proyecto esposa
Tom siempre estaba dispuesto para cualquier
conferencia que se presentara, pero ésta era diferente, como profesor de la
universidad más prestigiosa de Manhattan, estaba allí. La misma se trataba de
las personas con Asperger y por eso no le gustaba, sabía que tenía ese
trastorno y como le costaba vestirse, nunca combinaba los colores, y le era
difícil darse cuenta de los sentimientos y emociones de sus compañeros de
trabajo. Entonces la hizo corta y esta vez no contestó preguntas.
Esa noche era especial, estaba invitado a cenar
en la casa de sus amigos más queridos: Anne y Carlos, a ellos les contaría su
“proyecto esposa”, cincuenta preguntas muy determinadas para lograr saber los
sentimientos, actitud y aptitud de su futura esposa.
Al llegar Anne tenía todo dispuesto, una hermosa
mesa con velas y pequeños frasquitos de colores con florecitas blancas.
Tom miró todo, desde los cubiertos perfectamente
alineados con las copas y servilletas así como esa hermosa botella de vino.
Después se dio cuenta que no estaban solos, una hermosa mujer joven estaba
sentada en el sillón, se sobresaltó un poco y pensó: “Adiós proyecto esposa, ya
no podré contarles”.
Diana, que así se llamaba la desconocida, vino a
saludarlo con poco ánimo. Durante el transcurso de la noche, con unos sorbos de
vino, los dos dejaron su mal humor y decidieron cooperar, inclusive encontrarse
nuevamente.
Diana le contó que hacía unos meses su madre
había fallecido y necesitaba saber quién era su padre. Había varios médicos
colegas de su madre que siempre la visitaban desde que era niña. Tom se
conmovió con la historia y decidió ayudarla ya que era el jefe del departamento
de investigación genética de la universidad y quedaron en tomar muestras de ADN
sin que las personas se dieran cuenta. Esta espectacular aventura los llevó a pasar por
muchas situaciones difíciles y divertidas en la que se conocieron más.
Un día él le ofreció el proyecto esposa para
completar y ella se enojó muchísimo, pensó que él era incapaz de sentir amor.
No se vieron por una semana, fueron días difíciles para los dos.
Diana finalmente vio desde otro punto de vista,
si bien Tom no manifestaba las emociones como ella hubiera querido, había sido
capaz de incorporar varios cambios como cortarse el cabello, comprar ropa nueva
con Anne, y hasta ponerse un saco para ir a cenar al restaurante que ella
quería.
Esto era amor realmente, tal vez diferente a
otros, pero un gran amor.
Vivieron felices por mucho tiempo.
Mirta Fernández
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