El sueño de
una noche oscura.
Amanecía. Desperté asustada. ¡Qué noche! ¡Madre mía!
No podía calmar mi corazón, que galopaba desbocado. Y
comencé a recordar, creo que más que un sueño era una pesadilla.
Yo no era como soy ahora, era otra persona, alguien diferente
físicamente, que corría en la penumbra del atardecer, a veces de a pie y a
veces en auto, a veces sola y a veces con alguien a mi lado.
Alguien me preguntó: ¿Dónde
estás? ¿Adónde fuiste?, creo que era mi mamá, cuando era joven. Qué se
yo –le dije- tengo una dureza en el
talón izquierdo que no me deja caminar rápido.
Me subí al auto y avancé por el estrecho camino rodeado de malezas con solo la escasa luz que aún quedaba y que me
brindaba una muy escasa visibilidad. La voz de un niño ¿Quién sería? Se dejó
oír desde el asiento trasero: Si hay un
abismo en el cielo ¿nos podemos caer para arriba? –y el estómago se me
arrugó de temor ¿Podría ser?
Me vi otra vez de a pie, y un viajero que se cruzó en las
sombras me dijo: Allá está tu bicicleta,
y la tarde está hermosa, ¡Pedalea Marta! –pensé que él podría ver con esa
luz tan escasa, ¿Pero dónde estaría mi luz interior?
Y sin que yo emitiera sonido él escuchó, y mostrando sus
blancos dientes me dijo: Los problemas
tienen solución, sólo debes confiar.
Mi miedo cedió, todo se iluminó, y desperté
aun asustada ante tantos momentos desconocidos.
Marta Ibáñez - 2021
Hermoso relato
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