miércoles, 11 de agosto de 2021

 

El sueño de una noche oscura.

 

Amanecía. Desperté asustada. ¡Qué noche! ¡Madre mía!

No podía calmar mi corazón, que galopaba desbocado. Y comencé a recordar, creo que más que un sueño era una pesadilla.

Yo no era como soy ahora, era otra persona, alguien diferente físicamente, que corría en la penumbra del atardecer, a veces de a pie y a veces en auto, a veces sola y a veces con alguien a mi lado.

Alguien me preguntó: ¿Dónde estás? ¿Adónde fuiste?, creo que era mi mamá, cuando era joven.  Qué se yo –le dije- tengo una dureza en el talón izquierdo que no me deja caminar rápido.

Me subí al auto y avancé por el estrecho camino rodeado de malezas con solo la escasa luz que aún quedaba y que me brindaba una muy escasa visibilidad. La voz de un niño ¿Quién sería? Se dejó oír desde el asiento trasero: Si hay un abismo en el cielo ¿nos podemos caer para arriba? –y el estómago se me arrugó de temor ¿Podría ser?

Me vi otra vez de a pie, y un viajero que se cruzó en las sombras me dijo: Allá está tu bicicleta, y la tarde está hermosa, ¡Pedalea Marta! –pensé que él podría ver con esa luz tan escasa, ¿Pero dónde estaría mi luz interior?

Y sin que yo emitiera sonido él escuchó, y mostrando sus blancos dientes me dijo: Los problemas tienen solución, sólo debes confiar.

Mi miedo cedió, todo se iluminó, y desperté aun asustada ante tantos momentos desconocidos.

Marta Ibáñez - 2021

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