Por una vuelta de llave
Cuando
me mudé al departamento, mi hermana Tere me enseñó a cuidar mucho el dinero y a
buscar mis propios medios para solucionar los inconvenientes.
Un día,
después de desayunar, quise salir afuera y no podía abrir la puerta. La llave
no entraba correctamente y pronto vendría Graciela a limpiar. Revisé e intenté varias veces abrir pero no pude.
Novata
en arreglos del hogar llamé a Tere. En pleno domingo buscamos y buscamos a
algún cerrajero que viniera a domicilio.
Graciela
llegó y no le quedó otra que sentarse y chatear con su celular. Yo, mientras, me puse a limpiar lo que mi amiga no
alcanzaría a realizar.
-Pedile un
recibo para que nos reconozcan el arreglo– recomendó Tere. Tras tres horas de
espera, el cerrajero consiguió abrir la puerta.
-Señorita –
me dijo - cuando usted abra o cierre esta puerta debe dar dos vueltas de
paleta, de esa manera cerrará correctamente. No le puedo hacer recibo porque la
falla es suya. Que tenga buen día– Y se retiró.
Ese fue mi primer percance en el departamento. Me hice amiga de mis
vecinas, levanté a Tere de madrugada y Graciela se resfrió, pero aprendí a ser
prudente, paciente y a dar una vez más gracias por haberme asistido.
Gabriela Medawar 2020
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