Toto, alias
Tarzanito
Así quiere que lo llamen, aunque no siempre lo logra.
Emula el famoso ulular de su héroe, en su selva imaginaria,
mientras se descuelga de un árbol con la soga que robó del tendedero. Baja
ágilmente, luego de rescatar a su gata Chita, nombre que le puso por la mona de
Tarzán.
Toto es bastante alto y fornido para sus ocho años. De piel
trigueña, vivaces ojos negros, cabello oscuro y una sonrisa de mazorca tierna,
que brilla todo el tiempo en su carita siempre sucia.
Anda, casi todo el tiempo, descalzo para hacer contacto con
la vida. Su cabello enmarañado, está en guerra con el peine. Sus manos,
alejadas del agua y jabón, van portando extrañas cosas que colecta por allí.
Pasa más tiempo arriba de los árboles que en su cuarto,
lejos de cuadernos, libros y las tareas de la escuela. Es un pequeño rebelde.
Además de Chita, su gata, tiene una vieja tortuga, una
lagartija, y una cata que no puede volar. Son sus mejores amigos. Con ellos
pasa muy buenos momentos.
Su madre ha logrado que aprenda a leer gracias a “Las
aventuras de Tarzán”, el libro que le regaló para su cumpleaños. Y con él
sueña, imaginando increíbles aventuras, hasta que el llamado de su madre,
recriminándole lo que no cumplió, lo trae a la realidad.
Frecuentemente, escapa a sus obligaciones. Es un poco
caprichoso. No le gustan, para nada, las órdenes y los consejos. Tiene poca
tolerancia a la frustración. Pero también es tierno, osado y empático con lo
que lo rodea.
Disfruta de la naturaleza el mayor tiempo posible. Sus
juguetes preferidos son el barro, los guijarros, las ramitas secas y los
insectos.
Toto no necesita mucho para ser, como es, un niño feliz.
Nela Bodoc- 2021
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