Amelie
Nació algún día del mes de agosto de 2011, en San Rafael,
Provincia de Mendoza, República Argentina.
Pequeña, pelo con rulos blancos, de unos 45 días y con una
personalidad que irradiaba simpatía, apareció en el patio de adelante de la
casa en la que vivíamos.
Luego de alimentarla la entramos para que no pasara frio. Al
otro día, la dejamos nuevamente en el patio delantero, seguros de que se iría o
sus dueños la buscarían. Pero nos equivocamos, al regresar del trabajo seguía
ahí.
Se quedó con nosotros, nos elegimos mutuamente. Rápidamente
se sumó a la familia, constituida por José y yo, más Prana, una perra “tipo
ovejera” y Wangari una gatita color negro que también nos habían escogido. Como viajábamos seguido a Mendoza,
se acostumbró rápidamente a subirse al auto y salir con nosotros.
Cuando volvimos a vivir a Mendoza, encontró un lugar más
amplio en el cual desplegarse, disfrutaba de bañarse con el agua que entraba
todas las semanas para el riego, tumbarse al sol, jugar con todos los que
venían a visitarnos, rascarse en el pasto recién cortado y ladrar a los perros
que vivían al lado.
Una vez, estando en celo la llevamos a la casa de un perrito
caniche para que tuviera un novio y así tendía sus crías. Sorprendidos vimos
como ella se le subía al perrito, impidiendo que pudieran cruzarse. Como buena
petiza le encantaban los perros más altos, altísimos para ella. Cada celo
veíamos como ella buscaba a esos perros más grandes y que no se cruzaba y salía
a veces herida por la demanda y pelea entre machos. Al pasar los años, la
llevamos a la veterinaria para que la esterilizaran ya que estimamos que no era
lo suyo eso de tener cría.
Siempre atenta a nuestros movimientos, si salíamos caminando
de la casa quería ir con nosotros, algunas veces la llevábamos y otras
no. Siempre queriendo estar acompañada, en lo posible con ambos. Si se quedaba
lloraba hasta que el que se había ido volviera.
En el 2020 decidimos viajar al sur de Argentina, en ese
tiempo solo estaba ella y por supuesto que la invitamos a la aventura. Ahora
viaja con nosotros, y se adapta muy rápidamente a los distintos entornos en los
que nos encontramos.
En Tierra del Fuego se ha hundido en la nieve, se mete en
los arroyos, trepa el cerro, salta entre los árboles del bosque. Aquí se ha
unido a otra perra que vive en la casa que está al lado y a una yegua.
Cuando el sol está lindo disfruta de echarse junto a la a sus
nuevas amigas.
Ariadna - 2020
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