miércoles, 5 de enero de 2022

 


Vaivén

 

A las ocho, sólo a las ocho, a las ocho…

…Repite el hombre sin cesar, yo lo observo mientras hamaco mi niñez, desde este rincón de la plaza circular.

A las ocho, sólo a las ocho, a las ocho- su voz se acerca y se aleja entre el vaivén rechinante.

Para mí es un juego el escucharlo ¿Y para él?

Harapiento y ausente, tal vez una rutina sin final, o una cita, o un después. No hay respuesta.

Y sigue allí, solo en su mundo de un tiempo infinito, de un tiempo sin tiempos.

A las ocho, sólo a las ocho, a las ocho, sólo a las ocho…

Y yo sigo hamacando y hamacando mi niñez…, A las ocho, sólo a las ocho, a las ocho, a las o…, lo susurro una y otra vez, …A las ocho, sólo a las ocho, a las ocho…

Pero siento que ya son las diez.

                                                               Alicia Rita García

 

 

 

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