Calor y
misterio.
Jueves 6: Calor, calor y calor. Pronóstico: calor.
Temprano fui a la farmacia y al supermercado, compré lo esencial y en ambos
lugares pagué con mi tarjeta de débito, que hay que presentar junto al
documento nacional de identidad. De regreso, al ingresar al departamento
priorizo atender el teléfono que sonaba insistente. Luego higienizar lo
comprado y guardarlo.
Domingo 9: Pronóstico de calor. Salí a caminar muy
temprano para aprovechar el poco fresco que ofrecía el día. Busqué mi tarjeta
de débito y mi DNI, y no lo encontré. A mi regreso comencé a buscarlos.
Lunes 10: Encontré la tarjeta de débito, estaba sobre el
escritorio ¿y el DNI? No estaba. Busqué desde temprano hasta entre las hojas de
cada libro y cuaderno por si acaso. Corrí el mueble y miré detrás, saqué los
cuatro cajones y revisé. Hice lo mismo con la mesita de luz.
Martes 11: El pronóstico decía que llegaría a cuarenta
grados. Seguí mi búsqueda minuciosa sin resultado. Se nubló y la temperatura se
quedó cercana a los treinta y tres grados. Mi vecina me invitó a caminar para
ejercitarnos un poco. Cuando pasábamos por el supermercado le pedí que me
esperara afuera con su perrita y entré a preguntar si no habrían encontrado un
DNI, y no. Igual en la farmacia. Cuando llegábamos a casa mi vecina me dio este
consejo: “Pedile a San Antonio, le rezás un Padre Nuestro y dos Ave María y vas
a ver que aparece tu documento.” Sonreí agradecida por su buena intensión y
porque no tengo en mi repertorio de oraciones precisamente esas, así que le
dije al despedirnos que “Ya que tenés buena relación con San Antonio pedilo
vos”. Nos reímos y cada una a su casa.
Miércoles 12, hoy: Desperté a las seis, aún mucho calor,
con pronóstico de que superará dos o tres grados los cuarenta. Me senté en la
cama y extendí mi mano hacia la mesita de luz buscando mi cepillo para el
cabello, pero ahí, como si nada, estaba junto al velador mi DNI. Lo miré
desconcertada, luego con una lupa, lo comparé con una fotocopia, me refresqué
la cara, me lavé los ojos, y era real. En esos cuarenta centímetros cuadrados,
junto al velador, en ese lugar que miré quinientas veces, estaba él: mi
imprescindible DNI.
Asunción - 2022
Buenísimo. El duende anduvo por ahí.
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