martes, 8 de marzo de 2022

 leyenda 


LA FURIA DEL VOLCÁN

 

La abuela vivía en la Patagonia, con sus 80 años a cuestas. Era una mujer activa, audaz y una excelente contadora de historias. Nos sorprendía su creatividad ya que nunca había salido de su entorno, transcurrió su vida en ese paraje junto al lago y las montañas, pero su imaginación recorría diversos lugares y sus relatos eran parte de ellos. Conocía el mundo como si fuera una gran viajera.

 Recuerdo la historia de los volcanes que ella magistralmente nos relatara más o menos así:

Dicen los ancianos del pueblo que hace cientos de años, vino por éstos parajes un joven y apuesto criancero arreando sus ovejas, un ser solitario que por las noches tocaba su armónica y entonaba tristes melodías junto a la fogata dónde cocinaba sus alimentos. Una de ésas noches, un fuerte vozarrón lo sobresaltó: -¡Canta algo más alegre muchacho! -le dijo -¡Atiza el fuego de tu corazón!

 El joven muy sorprendido miró a todos lados ¿De dónde venía esa potente voz si él estaba solo? Entonces vio una inmensa llamarada salir de la cumbre de una montaña y oyó un fuerte trueno resonar en el cielo. Sintió miedo y permaneció en silencio. Al día siguiente juntó sus ovejas y se fue del lugar, jamás nadie lo vio regresar por allí.

 Cuentan que cuando alguien está muy triste, la montaña escupe bocanadas de fuego y ruge con fuerza. Por eso los lugareños están siempre contentos, así el volcán no desata su furia y por las noches se juntan en el bar y cantan alegres canciones.

 

Ana María Muñoz - 2020

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