EN EL ZOOLÓGICO
Recién llegados a Mendoza, salimos de paseo a conocer la
ciudad, fuimos al parque San Martín y visitamos el zoológico. Mis hijos nunca
habían ido a uno por lo que estaban muy emocionados, corrían de una jaula a
otra admirando a los bellos ejemplares exhibidos allí.
Elefantes, monos, jirafas, leones y un sin fin de otros
animales eran una gran novedad para mis niñas y mi niño.
-¡Any! ¡Mirá qué grandes! ¡Mami, vení a ver! -Muchas veces
me decían Any, era costumbre ya que todas las personas allegadas y familia me
decían así.
El recorrido era largo y cansador, siempre en subida, más
aún en pleno verano, era Enero. Tomábamos mucho líquido y de a ratos
descansábamos sentados en algún tronco viejo.
Llegamos a una jaula muy grande, provista de mucha
seguridad, doble reja creo recordar, era el habitáculo de la hiena.
Se paseaba de un extremo a otro con calma, luciendo su
brillante pelaje negro, observaba todo, imponente y bella.
-¡Any! ¡Any! -gritó mi hija menor-. ¡Mamá, me caí!
De pronto la hiena cambió su postura y se abalanzó sobre las
rejas, con intención de salir y comernos vivos. Nos mostraba sus dientes en
forma agresiva y gruñendo fuertemente.
Al oír el alboroto se vino un cuidador que estaba cerca de
nosotros y preguntó: -¿Qué ha pasado aquí?
Mi hija seguía gritando- ¡Any, Any! -la hiena al escucharla
se ponía más inquieta, el cuidador enojado dijo: ¡Niña, calla! ¿No ves que se
altera cuando la nombran?
¡Yo solo quiero que venga mi mamá! -respondió la pequeña.
Yo estaba entre asustada y sorprendida, miraba la hiena tan
alterada y a mi hija tendida en el suelo sin saber qué hacer, pensando a quién
se le había ocurrido ponerle mi nombre a la bella e intolerante que nos
mostraba los dientes desde el otro lado de las rejas.
El cuidador la calmó, desde luego sabía cómo hacerlo y
nosotros seguimos nuestro paseo entre risas y burlas de mis hijos.
El mayor de ellos dijo: -Ya sabemos a quién te pareces cuando
te enojas, eres igualita a la hiena- ¡JA JA JA!
Any Muñoz –
2022
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