jueves, 9 de junio de 2022

 

Fábula


                                                       El zoo mágico.

Anita, la gatita, se alejó de su casa hacia el jardín trasero, donde crecían arbustos, y allí encontró a una bella criatura blanca y peluda, de ojos rojos y orejas largas. Después de mirarse por unos segundos, ambas se presentaron:

Hola ¿Quién eres? -preguntó la gatita- Me llamo Anita y vivo en esa casa.

Hola –contestó la conejita, porque eso era, una hermosa conejita- Soy Luisita, la conejita, y vivo en una cuevita. Estoy buscando alguien que me acompañe al zoo mágico, ¿Quieres venir? ¡Anda, di que sí! Pero debemos ser cuidadosas porque mis padres no me dan permiso. 

¿Y por qué no te dan permiso? –preguntó Anita algo indecisa.

Porque son muy miedosos –contestó Luisita- y como tengo muchos hermanos no nos dejan alejarnos.

Las nuevas amiguitas se pusieron de acuerdo y se dirigieron hacia el bosque cercano donde se encontraba la puerta del zoo mágico. Se dieron un fuerte apretón de patitas e ingresaron.

No habían caminado mucho cuando encontraron a un extraño animal, al que le preguntaron, después de saludarlo, tratando de no hacerlo enojar:

Hola ¿Quién eres? ¡Te ves muy raro!

Soy un monopaj –contestó el aludido- y creo que ustedes son muy pequeñas para estar aquí, donde no todos los habitantes son pacíficos.

No tenemos miedo –dijeron a dúo las visitantes.

Yo corro muy rápido -dijo la conejita Luisita- no me pueden atrapar con facilidad.

Y yo puedo trepar a los árboles –dijo Anita la gatita- y me defiendo con uñas y dientes.

Y siguieron su paseo. Encontraron otro ser muy raro, mezcla de tortuga y león, que las miraba fieramente, y huyeron de allí sin preguntar nada porque les dio miedo.

Luego se toparon con un aguipopez, que les costó mucho reconocer de dónde provenía su nombre, que con gesto despectivo las ignoró; luego un cabacoli de gran belleza, que les dijo que deberían salir de ese lugar, y en un arroyo encontraron un gatopez, que se burló de ellas, y ya no se sentían tan contentas.

El problema se presentó cuando encontraron al serpisapo, que las quiso comer ¡Qué susto se llevaron! Corrieron desesperadas, pero el extraño animal casi las alcanzaba cuando apareció otro ser fabuloso, un aguicaba, que las levantó en el aire, las cargó en su lomo y las llevó hasta la salida del zoo mágico, y les dijo que se fueran, no sin antes darles una reprimenda: ¡Nunca desobedezcan a sus mayores!

Y este cuento ha acabado.

 

Moraleja: Los adultos saben por experiencia, por eso hay que escucharlos.


Asumi - 2022

 

 

Consigna:

Creamos en forma divertida animales fabulosos (un animal formado por dos o tres animales; ej. Gatopez o serpisapo) y con ellos creamos una fábula.

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