LA TORMENTA
El lago estaba en calma, era Enero; pero la playa estaba
casi desierta. El día lucía un sol hermoso, el cielo sin nubes que le robaran
su maravilloso celeste.
Yo disfrutaba la lectura y el silencio, ya que me gusta la
soledad de las playas del sur; pero de pronto sentí un temblor por todo mi
cuerpo, no supe por qué tanta quietud me produjo temor, entonces comencé a
juntar mis cosas y decidí regresar a la cabaña donde me hospedaba, llegué
agitada, así que me acomodé en la reposera que había en la terraza y seguí con
la lectura interrumpida del libro que llevé a la playa.
Después de leer varias páginas, sentí hambre y me levanté a
buscar algo de comer, con gran asombro miré el cielo cubierto de negras nubes
que el viento movía con ímpetu, me pregunté: ¿En qué momento pasó esto sí
cuando volví el cielo estaba limpio y no había viento?
Volví a la terraza comiendo una manzana que saqué de la
heladera para seguir leyendo, pero gruesos goterones empezaron a caer cada vez
con más intensidad, por lo que entré, cerré las ventanas y me quedé mirando la
intensa lluvia a través de los vidrios.
Se cortó la luz y la tarde se envolvió en penumbras, sentí
otra vez temblar mi cuerpo de miedo. La tormenta fue tremenda, las noticias de
la noche daban cuenta de embarcaciones extraviadas en el lago y personas
desaparecidas.
Ahí entendí que el temblor que estremeció mi cuerpo fue un
presagio que me salvó de vivir una lamentable experiencia.
Any
Muñoz - 2022
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