Fábula
Fui de paseo al mar.
Parece
mentira, pero aún no conocía el mar, pues esto de vivir en una zona montañosa
hace que el mar sea un lugar lejano, al que me prometí que algún día iría, y
ese día llegó.
Este otoño,
mayo para ser más precisa, me fui solita a Mar del Plata. Estaba por llegar mi
cincuenta cumpleaños y ese fue mi regalo, de mí para mí. Necesitaba soledad
para reflexionar, pues no todos los días una toma conciencia de que, como
mucho, ha llegado a la mitad de su vida, y menos a evaluar que ya queda menos
hacia el futuro que lo pasado.
-“¡Oh, qué
cara! –dijo una vocesita cuando filosofaba sentada en un rompeolas- Cualquiera
diría que estás secuenciando el número Pi.”
No podía
descubrir de dónde venía la voz ni quién me hablaba,
“¿Dónde
estás? –pregunté mirando a mi alrededor sin poder ver a nadie, salvo las
gaviotas que volaban en círculos.
“Aquí –dijo
la vocecilla- justo a tu izquierda, si casi te has sentado encima de mí”
Miré con
asombro junto a mí y la vi: una minúscula arañita que tejía una hermosa tela, la
que tenía prendidas pequeñas gotitas de agua que a la luz del sol parecían
diamantes tallados. “¡Qué hermoso tejido! -alcancé a decir, arrobada por su
belleza. Y pregunté- ¿Cómo te llamas? Yo soy Marta.”
“Mucho gusto
Marta. Yo soy Aracelis, y me asombras porque la mayoría de las personas no nos
oye ni nos ve, y si nos vieran ya estarían buscando con qué aplastarnos. ¿Por
qué tú no? Y además ¡alabas mi trabajo!” –contestó.
“¡Ah! Sí
–respondí- nací y me crié en el campo, y mis padres me enseñaron a respetar
todas las formas de vida. Lo que no sabía es que tú pudieras hablar y que yo te
entendiera.”
“Sí, es que
te vi tan concentrada, y casi triste, solita aquí frente al inmenso mar, que
pensé que necesitabas una amiga” –me dijo.
Hablamos
mucho rato, hasta la puesta del sol. Demostró ser muy sabia y comprensiva,
todos los días que estuve allí esas vacaciones nos encontrábamos a filosofar,
aunque también nos contábamos anécdotas graciosas y reímos mucho.
Ha sido el
mejor cumpleaños que he tenido en mi vida.
Moraleja: amar siempre la vida.
Marta
- 2022
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