martes, 8 de noviembre de 2022

 

Fábula

 

                                                               Fui de paseo al mar.

Parece mentira, pero aún no conocía el mar, pues esto de vivir en una zona montañosa hace que el mar sea un lugar lejano, al que me prometí que algún día iría, y ese día llegó.

Este otoño, mayo para ser más precisa, me fui solita a Mar del Plata. Estaba por llegar mi cincuenta cumpleaños y ese fue mi regalo, de mí para mí. Necesitaba soledad para reflexionar, pues no todos los días una toma conciencia de que, como mucho, ha llegado a la mitad de su vida, y menos a evaluar que ya queda menos hacia el futuro que lo pasado.

-“¡Oh, qué cara! –dijo una vocesita cuando filosofaba sentada en un rompeolas- Cualquiera diría que estás secuenciando el número Pi.”

No podía descubrir de dónde venía la voz ni quién me hablaba,

“¿Dónde estás? –pregunté mirando a mi alrededor sin poder ver a nadie, salvo las gaviotas que volaban en círculos.

“Aquí –dijo la vocecilla- justo a tu izquierda, si casi te has sentado encima de mí”

Miré con asombro junto a mí y la vi: una minúscula arañita que tejía una hermosa tela, la que tenía prendidas pequeñas gotitas de agua que a la luz del sol parecían diamantes tallados. “¡Qué hermoso tejido! -alcancé a decir, arrobada por su belleza. Y pregunté- ¿Cómo te llamas? Yo soy Marta.”

“Mucho gusto Marta. Yo soy Aracelis, y me asombras porque la mayoría de las personas no nos oye ni nos ve, y si nos vieran ya estarían buscando con qué aplastarnos. ¿Por qué tú no? Y además ¡alabas mi trabajo!” –contestó.

“¡Ah! Sí –respondí- nací y me crié en el campo, y mis padres me enseñaron a respetar todas las formas de vida. Lo que no sabía es que tú pudieras hablar y que yo te entendiera.”

“Sí, es que te vi tan concentrada, y casi triste, solita aquí frente al inmenso mar, que pensé que necesitabas una amiga” –me dijo.

Hablamos mucho rato, hasta la puesta del sol. Demostró ser muy sabia y comprensiva, todos los días que estuve allí esas vacaciones nos encontrábamos a filosofar, aunque también nos contábamos anécdotas graciosas y reímos mucho.

Ha sido el mejor cumpleaños que he tenido en mi vida.

 

Moraleja: amar siempre la vida.

                                                                                  Marta - 2022

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