Poesía y humor
La gallina,
el lodo y mi tía Matilda
Esa húmeda y fría mañana
mi espiritifláutica tía Matilda
con su viejo bolso marrón al
hombro,
a grandes trancos, al campo se
dirigía.
Iba en busca de la preciada
gallina,
que un tiempo atrás le prometió
su prima Eulalia, la campesina.
Había llovido copiosamente,
las polvorientas calles de
tierra,
se volvieron barro y charcos.
Pero a mi entusiástica tía
Matilda
nada la detenía, cuando algo
quería.
Calzada con sus enormes botines,
pues era bastante patona,
apuró el paso, ansiosa por
llegar
sin preocuparse por el denso
lodazal.
A cada paso se enterraba más y
más
y se le hacía imposible avanzar.
A los gritos, llamaba a Eulalia,
para que la fuera auxiliar,
pero nada podía hacer la afligida
mujer.
Ya sin poder salir del lugar
dejó enterrados sus viejos
botines.
Furiosa, se juró a sí misma
que nunca más volvería
al ranchito de su generosa
prima,
después de una intensa lluvia,
por más regalos que le
prometiesen.
Y sus viejos y gastados botines,
enterrados en aquel barroso
camino,
jamás le fue posible recuperar.
Nela Bodoc - 2021
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