Cuento
La boda
Se quedó mirando, muy emocionada, su precioso vestido blanco
prolijamente extendido sobre la cama.
El tan esperado día había llegado, el de su boda.
Llevaba largo rato preparándose. Su maquillaje quedó
impecable, al igual que el peinado que le hicieron en la peluquería por la
mañana.
Ya bastante excitada, comenzó a colocarse el vestido. No
había conseguido que su hermana la ayudara con esos menesteres. Pudo notar la
envidia que le tenía. Era obvio que no compartiría su felicidad.
Un ligero escalofrío recorrió su espalda. Pero no estaba
dispuesta a que le quitara brillo a su mirada.
Mientras introducía, cuidadosamente, su delgado cuerpo en el
traje de encaje y raso, notó que algo extraño comenzó a suceder. Iba perdiendo
su blancura. Los bordados del encaje se desdibujaban. La tela de raso se volvió
opaca. Todo se veía cada vez más deslucido. Cuando terminó de colocárselo, vio
en el espejo que eran solo harapos.
Sin aceptar lo que estaba pasando, se calzó las preciosas
sandalias de tiritas y taco aguja, Pero notó que, en sus pies, se volvieron
unas feas chancletas. Los bucles de su peinado desaparecieron, le quedaron
largas mechas lacias. Se le borró el maquillaje y le aparecieron oscuras ojeras
en el rostro.
Su desesperación iba en aumento. Estaba muy confundida
porque no encontraba explicación a lo que estaba ocurriendo.
Miró el reloj, eran las nueve. A esa hora debería estar
entrando en la antigua capilla, cercana a su casa. Ella la había elegido porque
allí se habían casado sus padres. Corrió, ya descontrolada por los sucesos,
casi desvariando, sin importarle su aspecto.
Al llegar, una escena, una escena increíble la dejó
paralizada. Su futuro esposo estaba frente al altar poniéndole la alianza a una
desconocida, una misteriosa mujer vestida de rojo brillante, con un enorme
sombrero, también rojo, que le hacía sombra en la cara.
Y como si esto fuera poco, todas sus amistades y familiares
estaban celebrando, alegremente, esa boda.
Fue demasiado, su corazón no pudo soportar más. Se desmoronó sobre la lujosa alfombra, sin poder emitir el grito que no quiso salir de su garganta, ni brotaron las lágrimas que le quemaban los ojos.
Quedó tendida como una muñeca de trapo que alguna niña
podría haber abandonado, tal vez por vieja, tal vez por destartalada.
En un instante de lucidez se pellizcó y como no sintió nada,
se percató que no era real y que era parte del sueño de alguien.
Sonó el despertador a las siete, como todas las mañanas.
Mariela se sentó bruscamente en la cama. Se sentía un poco aturdida por la
extraña pesadilla que había tenido.
Se lavó la cara con abundante agua fría. Quería borrar la
desagradable sensación que le quedó en la garganta.
Esa tarde se iba a reunir con su novio, después del trabajo.
Habían quedado en hablar y planificar su futuro casamiento.
Camino al encuentro con él, Mariela sintió algo muy fuerte
en su interior…como una transformación.
Después del saludo y de intercambiar unas palabras le
informó, con decisión, que no habría boda.
Nela - 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario