jueves, 11 de mayo de 2023

 

El cuento: parte de una situación inicial, surge un conflicto que, en el desenlace final, se resuelve.

 

                                                           Orgullo

 

Doña Rita era una dulce ancianita que vivía en una chacra bastante alejada de la ciudad.

A ella le gustaba mucho su huerta y su jardín, también le encantaba cocinar, la cocina era su lugar predilecto adónde no podían entrar los demás miembros de la familia sin su consentimiento, pues allí ella era reina y señora, y en sus ratos de ocio se sentaba en su sillón predilecto, escuchando música y tejiendo.

Un día, al retomar su tejido para entretenerse, puesto que afuera llovía a cántaros y no podía ir a labrar su huertita, vio que había cometido algunos errores, que eran muy evidentes y deslucían totalmente su trabajo.

Largo rato se quedó cavilando sobre el tema y tomó una decisión: iría al oculista. Aunque iría sola, sin decirle nada a su esposo y sus hijos para no dar el brazo a torcer, pues ellos le habían insistido infinidad de veces que hiciera esa consulta para que le recetaran anteojos que le  ayudaran con sus tareas mejorando su visión.

A la mañana siguiente salió temprano rumbo a la ruta para tomar el colectivo que la llevaría a la ciudad, pero ella nunca había hecho ese trayecto sola a pie, por lo que se sintió invadida por un gran temor.

Había caminado un largo rato cuando encontró a un joven vecino que le aconsejó que no siguiera por esa senda pues había mucho barro de la lluvia del día anterior.

Su orgullo no le permitía obedecer ni aceptar consejos, pues siempre se había valido por sí misma cuando era más joven, así que siguió por el sendero y fue a dar en medio de un charco de lodo que no había visto.

Angustiada se echó a llorar. Y entre las lágrimas vio que un tractor se aproximaba. En él venía su hijo menor. Venía a buscarla porque su vecino, el joven que antes encontrara, le había avisado de su situación.

¡Vengo a buscarte mamá! –dijo su hijo con dulzura- iremos a casa a que te cambies de calzado y te laves los pies y luego te llevaré en la camioneta a la ciudad.

El tiempo nos invita a aceptar los cambios.

                                                          

Asumi – 2023

 

 

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