Fábula
El nogal, la ardilla y los pichoncitos
En medio de un prado estaba un solitario nogal que había
recibido en sus rugosos brazos de anciano a unos tiernos pichoncitos.
El pequeño y acogedor nido que los abrigaba había sido
cuidadosamente construido por una pareja de golondrinas que sí hacían un
verano.
A cada rato eran alimentados, con gran dedicación, por su
mamá que les conseguía insectos, larvas y otras exquisiteces que encontraba en
las grietas de la corteza del huésped.
Una ardilla curiosa, que lo visitaba frecuentemente se había
trepado sigilosamente en busca de alguna nuez, que hubiese quedado olvidada
después de la recolección.
Como no encontró nada, intrigada por la presencia del nido,
escondida detrás de unas hojas se dedicó a espiar.
Estaba asombrada al ver las plumitas, trocitos
aterciopelados, que tapizaban el nido. Se lo imaginaba como una suave y cálida
caricia. Moría de ganas de acurrucarse en él, para escapar del gélido rocío de
la madrugada.
El nogal, que era muy generoso, se apiadó. Le ofreció un
aceptable hueco que tenía en su tronco.
-Ven amiga. No pases frío- le dijo con su gruesa y leñosa
voz.
La ardilla entró, dio una vueltita de reconocimiento y se
acomodó, tratando de dormirse. Pero no podía sacarse de la cabeza ese nido.
–Que placentero debe ser dormir allí, calentita- suspiró sin resignarse.
Salió de su refugio, sigilosamente se acercó a los pichones,
que en ese momento estaban solitos y les preguntó- ¿No me harían un lugarcito?-
Sin esperar la respuesta pegó un salto, entró al nido y casi lo hace caer de la
rama, prácticamente aplastando a las avecillas al ubicarse.
El nogal, al ver esto, enfureció– ¡Eres una desagradecida!¡Tu
comportamiento es desleal! A continuación sacudió la rama con fuerza para hacer
caer al roedor pero sosteniendo fuertemente a sus tiernos huéspedes.
Ellos le expresaron con sus acordes de violín lo agradecidos
que estaban por la protección que les había brindado. Ahora se sentían a salvo.
Mientras tanto la ardilla se alejaba cojeando por la caída.
Y se iba diciendo a sí misma, muy compungida-¡Eso me pasa por envidiosa e
ingrata!-
Nela - 2023
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