NOSTALGIAS TRAS
LA VENTANA
Mi gatita Michú, llegó a mi casa una fría tarde de Junio,
era tan pequeñita que la palma de mi mano era grande para su diminuto cuerpo.
Algún descorazonado la había abandonado en medio de una gélida noche dejándola
dentro de una acequia.
Un vecino trasnochador que pasaba por allí, escuchó sus
débiles y apenas audibles maullidos. Solo por curiosidad se asomó y al ver sus
ojitos ansiosos se apiadó y con mucho cuidado por miedo a caer dado su estado
un tanto pasado de cerveza y otros brebajes alcohólicos, pero la sacó y la
llevó a su casa. Como no podía cuidarla fue hasta la mía, me relató lo sucedido
y me la ofreció.
Me enamoré de ese ser movedizo que arañaba mis piernas, la
acepté con gozo y la amé desde ese momento.
Le gustaba sentarse a mirar por la ventana y allí se pasaba
las mañanas calentita con los rayos del tenue sol de invierno.
Creo que conocía las rutinas de todos los vecinos del
barrio, las señoras y los niños la saludaban al pasar, como si fuera una nena
-Hola Michú- le decían con cariño.
Un día mi preciosa gatita desapareció. Jamás regresó.
Mi ventana quedó vacía, mi corazón y mi casa también.
Ahora hay plantas y flores en esa ventana y la tremenda
nostalgia de no tenerla más.
Ana
María Muñoz – 2023
Consigna: recibimos el
título y debíamos desarrollar un cuento breve, entre 20 y 30 líneas, de hechos
simples y cotidianos que nos llevaran a descubrir el enigma del título.
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